Su Eminencia Reverendísima Cardenal Leopoldo Brenes celebró en la Catedral de Managua, con la feligresía capitalina sus 41 años de vida sacerdotal, subrayando que todos estos años ha aprendido a amar a Dios, pero también se ha dejado amar por el pueblo, a quien le pidió que siga orando por cada uno de los obispos nicaragüenses.
“Cuando uno siente el cariño de la gente, el cariño de los sacerdotes, la cercanías de la familias, realmente pasan rápido (los años). Y cuando uno mira todo la historia desde el año 1974 hasta esta parte, tantas cosas que han pasado, y cuando dice ‘cuáles son los logros y la debilidades’, yo encuentro, a Dios gracias, pocas debilidades en mi vida, porque la cercanía de la gente, su oración y su cariño han hecho que este caminar sea más fácil, aún en medio de las dificultades, sin embargo hay más cosas positivas que negativas en mi vida”, expresó Brenes al dar las gracias a las decenas de católicos que llegaron a escuchar su mensaje.
Igual dio las gracias a los diferentes medios de comunicación que le siguen para llevar su mensaje al pueblo nicaragüense, gracias que extendió a los miembros de la Arquidiócesis de Managua y de todo el país por darle cariño y amistad.
“Yo siento que nuestros feligreses, con su cariño, con su amistad, con sus oraciones, me transmiten mucha fortaleza para seguir adelante y yo lo siento cuando voy a celebrar una misa a las 8 de la mañana y luego tengo que salir corriendo para otra a las 11 y después medio descansar para comenzar otra a las 5 de la tarde, físicamente uno se siente cansado, pero espiritualmente siento una gran energía que me transmite la gente y sobre todo la fe”.
Especialmente emotivo fue el momento en que miembros de la feligresía, junto a diáconos y seminaristas, le cantaron “Las Mañanitas” a Su Eminencia, concluyendo con un sonoro aplauso de varios minutos, lo que demuestra que el Cardenal Brenes con su sabiduría, enseñanza y palabra ha calado en los corazones del pueblo católico.
Instó a los nuevos sacerdotes a poner a Cristo en el centro de sus vidas “y dejarse apapachar por Él, dejarse querer por los fieles cristianos para que nos transmitan esa energía”.