En un ejemplo de madre tayacana, viuda crió a 10 hijos lavando y vendiendo durante tres décadas

“Cafecito negro, café, torta de leche fresca va querer?”, así pregona su venta, en el hospital Bertha Calderón, doña María Auxiliadora Morán, una mujer con 72 años a tuto, quien tuvo que criar sola a sus diez hijos, al quedar viuda hace 30 años.

María-Auxiliadora-Moran

La señora Morán relató que su esposo Julio López Guillén murió en un accidente de tránsito en 1985, y desde entonces su vida cambió drásticamente, pues le quedaron nueve niños a quien alimentar y un tierno de 9 meses de nacido.

Desde entonces, a doña María Auxiliadora le tocó ingeniárselas para sobrevivir y sacar adelante a sus hijos, en un momento de su vida en que lo único que había aprendido era a lavar, por lo que empezó a tocar puertas para ofrecer servicios como lavandera.

La madre tayacana relató que mientras una excelente vecina le ayudaba a cuidar a sus hijos en su casa ubicada en Mateare, ella empezó a hacer una amplia clientela, a quienes les lavaba hasta 30 docenas de ropa al día, en cuatro viviendas diferentes.

Doña María Auxiliadora recuerda que: «Fue duro, lloré mucho porque mi pilar, mi esposo, ya no estaba alentándome, pero aquí estoy, sobreviví por mis hijos».

La mujer, de contextura delgada y pelo canoso, reveló que después de quedar viuda le salieron algunos pretendientes, pero como fue criada de una manera conservadora, continuó su lucha sola y no volvió a tener pareja.

Expresó que con su trabajito no pudo darles los mejores estudios a sus muchachos, pero si los alimentó y los vistió, y les enseñó que deben de “fajarse y socar” al trabajo duro para salir adelante.

Desde hace 15 años, “La abuelita” vende café y torta de leche en el Bertha Calderón,se ubica bajo un frondoso árbol de chilamate para capearse del sol, en la entrada principal del hospital, y permanece desde las 5 de la mañana hasta que se le acaban sus productos.

Afirmó que diariamente se gana entre 100 y 120 córdobas y continúa dedicándose a la venta porque se acostumbró al trabajo para no depender de nadie.

Al preguntársele acerca de qué es lo que más disfruta de la vida, doña María Auxiliadora, dijo con mucha ternura, que reunirse con sus 10 hijos, sus 20 nietos y sus 10 bisnietos es la mayor recompensa a sus 72 abriles.

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