Las políticas de gratuidad en la salud, las permanentes jornadas de vacunación, el seguimiento a los protocolos internacionales, prácticamente han convertido a Nicaragua en un potente muro de contención ante el coronavirus.
En el caso de la gripe H1N1 o Influenza, la OMS la declaró como pandemia en junio de 2009, cuando se habían detectado casos en 74 países.
Para noviembre de ese mismo año, el número ya había comenzado a caer, pero el organismo internacional no declaró el fin de la epidemia hasta agosto de 2010.
Leer también: El Salvador registra cuarto fallecido por covid-19
Pese a que la mayoría de casos fueron considerados «leves», la infección tuvo un número estimado de muertes de entre 100.000 y 400.000 tan solo el primer año de la pandemia.
Ante esa peste, el Ministerio de Salud de Nicaragua ejecutó todos los protocolos necesarios, reduciéndose también al mínimo la cantidad de personas afectadas.
Otra pandemia enfrentada en Nicaragua fue la del VIH /SIDA surgida en 1980, que provoca la enfermedad del SIDA en las etapas más avanzadas de la infección.
Leer también: Nueva York enterrará a muertos por COVID19 en los parques
Los primeros casos se identificaron a principios de la década de los 80 en Estados Unidos y actualmente «sigue siendo uno de los mayores desafíos de salud pública del mundo», en especial en países de ingresos medios y bajos, según la OMS.
Se estima que, desde que surgió, unas 32 millones de personas han muerto por causas relacionadas con el VIH, 770.000 tan solo en 2018, según la institución.
En Nicaragua, todos los casos detectados han sido puestos bajo control por el Ministerio de Salud y los pacientes reciben sus tratamientos de forma permanente y gratuita.
En la región centroamericana, el COVID19 ha dejado al menos 4 mil contagiados y unos 140 muertos, lo que hace preguntar ¿Por qué en Nicaragua solo hay pocos casos?.
Leer también: Primer ministro británico Boris Johnson, en cuidados intensivos por coronavirus
Sin duda, la respuesta es la misma: mientras el Ministerio de Salud se enfoca en promover las medidas preventivas de conformidad a las fases establecidas en los protocolos de la Organización Mundial de la Salud, el pueblo nicaragüense se encarga de acatarlas casi por inercia, debido a la práctica adquirida en años anteriores.
En diversas ocasiones la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud han reconocido las acertadas políticas universales de salud empleadas por el Gobierno Sandinista que han dado como resultado la disminución en la cantidad de afectados por distintas enfermedades.
Según una nota de Russian Today investigadores del Instituto de Tecnología de Nueva York, afirman que hay una correlación entre las tasas de mortalidad del coronavirus y el uso generalizado de la vacuna BCG contra la tuberculosis.
Según el reporte, en 2013 Nicaragua tenía la tasa de cobertura más alta de América Latina en vacunación de BCG en niños menores de 1 año con el 100%, a diferencia de sus países vecinos.
O sea que en Nicaragua hay varias generaciones inoculadas contra la tuberculosis con la vacuna BCG gracias a la política de Salud Sandinista, y esto también podría estarse sumando a la resistencia contra la COVID 19.