Nica conoció el «infierno» de la violencia tras enamorarse a través de Facebook

Aceptar la invitación de amistad que en el 2015 le envió un desconocido en Facebook, fue para una joven nicaragüense como abrir las puertas del infierno.

La jueza Xiomara Rivera Zamora notifica la sentencia a la demandante (izquierda), en presencia de su representante legal, el defensor público Vladimir Sánchez Vallecillo.

A partir de entonces su vida se volvió una pesadilla, de la que despertó hasta que una jueza de Familia le restituyó el cuido y crianza de su hija, su más preciado tesoro.

En ese período de tiempo, la mujer debió enfrentar tres procesos judiciales; uno de restitución de menores, por haber huido de Nicaragua con la bebé de quien luego la separaron; otro por sufrir violencia psicológica y finalmente, el juicio por el cuido y crianza de la niña, que concluyó a su favor tras demostrar su idoneidad para ejercerla.

El 22 de agosto pasado, la protagonista de esta historia acudió junto con su representante legal, a la audiencia de lectura de sentencia convocada por la jueza Tercero de Distrito de Familia, doctora Xiomara Rivera Zamora, quien le concedió el cuido y crianza de su hija que ahora tiene cuatro años.

Con su firma al pie de la sentencia que le restituye el cuido y crianza de su hija, la joven madre puso fin al calvario que le impuso su pareja.

La joven relató que estando en Costa Rica, un hombre empezó a enviarle por Facebook solicitudes de “amistad” que ella ignoró por seis meses consecutivos, hasta que un día la curiosidad la venció.

“En su página de perfil él posteaba mensajes cristianos y me hablaba cosas bonitas; me decía que era contador, pero que por la situación económica en Nicaragua trabajaba como taxista”, recordó.

“Fue el error más grande que cometí en mi vida; relacionarme con él por medio de las redes sociales; durante seis meses nos comunicamos por video llamadas en el Facebook, hasta que decidí venir a Nicaragua para conocerlo”, relató la muchacha, que por aquel año trabajaba en Costa Rica, donde su mamá reside hace muchos años.

Convencida de que formaría una familia con el taxista, la mujer se vino a Nicaragua con su niño, fruto de su primera relación, y empezó a convivir con el hombre y la madre de éste. Su felicidad solo duró dos meses, porque a los cinco el hombre cariñoso que la cautivó, se tornó en un ser controlador y abusivo.

Cansada del maltrato y ya embarazada del hombre, la muchacha se fue para León a casa de un familiar; hasta allí llegó el taxista para jurarle que cambiaría, convenciéndola de volver con él, y como ella quería que sus hijos tuvieran una familia y un padre, accedió a regresar.

Pero el prometido cambio nunca llegó y el maltrato psicológico recrudeció contra ella y su hijo. Para entonces, ya su segunda hija había nacido y la violencia ahora la ejercía hasta su suegra, quien una noche chancleteó al hijo de ella, por pedir agua para tomar, a causa de una fiebre que lo atacó después de presenciar una fuerte riña entre la pareja.

La muchacha indicó que un día no pudo más y aprovechando que su pareja y su suegra fueron al hospital, tomó a sus niños y huyó a Costa Rica. “No pensé en papeles ni en nada, solo me fui con mis hijos, porque allá sí tenía el apoyo de mi madre”, recordó.

Esa acción fue la excusa perfecta para que el padre de la niña promoviera en Nicaragua un juicio de restitución, que se concretó en abril del año pasado, cuando el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) de Costa Rica, la separó de su hija y se la entregó a su padre.

Al volver a Nicaragua, la mujer demandó el cuido y crianza de su hija. El 17 de diciembre del 2018, mientras se celebraba una audiencia a la que el taxista y su abogado no comparecieron, el representante legal de la demandante informó a la jueza Rivera Zamora que el demandado estaba preso, debido a que un juzgado especializado en Violencia lo encontró culpable de violencia psicológica.

Ante esta circunstancia, la doctora Rivera Zamora ordenó que el cuido y crianza de la niña lo ejerza la madre de forma provisional, medida que quedó firme el pasado 22 de agosto, después que el Ministerio de la Familia hizo un estudio psicosocial, el cual determinó que la joven mamá tiene una pulpería en su casa que le genera ganancias de cuatro mil córdobas mensuales. Además, cuenta con el apoyo económico de su mamá que vive en Costa Rica.

Además, el abuelito de la joven la abastece con granos básicos y sus vecinos la consideran una mujer sin problemas con la comunidad, trabajadora, buena madre, dedicada y siempre pendiente de sus dos niños. Asimismo, que ellos están saludables, son extrovertidos, y estudian en la escuela de la comunidad, concluyendo que la madre “es idónea para el cuido y crianza de su menor hija”.

Ahora, en razón del fallo del juzgado de Violencia, el taxista tendrá que cumplir tres años de prisión por el delito de lesiones psicológicas contra la madre de su hija, mientras que en lo que hace al Juzgado de Familia, tampoco podrá gozar de un régimen de comunicación, contacto y visita con su hija, “a fin de no causar mayores daños a madre e hija, revictimizándolas con tal medida”.

También pagará una pensión de alimentos del 25 por ciento de los ingresos salariales mínimos del sector servicios personales a favor de su hija, en el caso de percibir ingresos salariales en condiciones carcelarias y una vez que sea puesto en libertad, deberá pagar una pensión del 25 por ciento de los ingresos salariales mínimos del sector transporte a favor de su hija, dado que en el proceso declaró su ocupación como taxista.

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