Estaba en corredor de mi casa, en eso, una vecina se acercó a la casa, y me dijo: don Manuel estoy preocupada, me dan miedo estos temblores. A lo que respondí no se preocupe, no va pasar nada vecina, comenta don Manuel Alvarado, de 80 años de edad, habitante de la Colonia 10 de Junio de la ciudad de Managua.
Don Manuel, manifiesta que días previos a la madrugada del 23 de diciembre de 1972, se sentían “temblores” leves, todo el mundo se alistaba para pasar en familia en la navidad, fecha que muchos no olvidamos no sólo por la tragedia sino por la cantidad de personas fallecidas y más de 51 mil viviendas destruidas.
La mayoría de casas estaban edificadas con ladrillo de barro, y con semejante sacudida, no resistieron y sucumbieron. Una buena cantidad de las víctimas del terremoto murieron asfixiadas por el polvazal que emanaba de las estructuras colapsadas.
Con su mano como dibujando el tiempo en el vacío, don Manuel Alvarado, recuerda que Managua, era una ciudad de ensueño, sus calles y avenidas, los lugares más visitados, uno de ellos, “La Hormiguita de Oro”, donde además de comprar un sabroso sorbete ofrecía todo tipo de productos de consumo.
“Managua era una ciudad pequeña y bonita, sobresalían sus edificios, avenidas y habitantes que paseaban de un lugar a otro, cada quien cumpliendo sus propósitos del día y la noche, en una ambiente festivo, pero el terremoto del 23 de diciembre de 1972, acabó con la emergente ciudad”, afirma con nostalgia Alvarado.
Finalmente, el nostálgico capitalino que da gracias a Dios por no haber perdido a ningún familiar durante el devastador terremoto de 6.2 grados en la escala abierta de Richter, valora positivamente las nuevas edificaciones de la ciudad de Managua, como el Estadio Nacional, el Paso a Desnivel Nejapa, el Puerto Salvador Allende, el Paseo Xolotlán y otras estructuras que embellecen a la Novia del Xolotlán, Managua, Linda Managua.