El que es verdaderamente feliz: “vive y deja vivir”, así lo ha demostrado un estudio cuyo objetivo era medir el nivel de paz en cada individuo.
Es como si supiesen que la vida es una sola, que nuestro tiempo es limitado y que, por tanto, debemos aprovecharlo al 100%.
Ahora bien, felicidad no quiere decir que uno anda alegre todo el día.
Felicidad no es un resultado, felicidad es un ESTADO. La persona feliz puede experimentar un episodio triste, puede sentir dolor, cansancio y desanimo.
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La única diferencia es que a pesar de eso, no deja que eso le domine. La persona feliz muestra una actitud de fuerza y entusiasmo ante la vida.
La persona feliz dice: “me duele en el alma haber perdido a mis padres, pero es por ellos que tengo que ser fuerte y continuar…”.
Se ha comprobado que las personas felices respetan al ser humano. Pueden estar en desacuerdo, pero no pierden tiempo peleando o discutiendo para ver quién tiene la razón.
Respetan las decisiones de otros: Las personas felices son tolerantes. Pueden no estar de acuerdo con tu estilo de vida, pero entienden que no son jueces.
Las personas felices no te juzgan por tu vestimenta, por tu credo, por tu orientación, por tus errores… ellos no te critican.
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Las personas felices están concentrados en disfrutar, no en ser el número uno.
No miran a los costados para ver quién va ganando, las personas felices miran su interior, si quieren y sienten que puedan dar más, dan más.
Ellos están centrados en ellos, no en la opinión ajena. No en la medalla, no en el aplauso, no en la foto…sino en ellos. Satisfacen su espíritu, no la exigencia externa.