El delincuente Miguel Ángel Marenco Castro, de 33 años, fue condenado a 42 años de prisión por la violación y asesinato de una señora de apellido Cruz Gutiérrez, de 72 años, que sobrevivía con la venta de licor y cigarros en una humilde vivienda ubicada en el municipio de Mateare, en Managua.
La sentencia fue dictada por el Máster en Ciencias, Carlos Antonio Espinoza, Juez de Distrito Penal Especializado en Violencia de Ciudad Sandino, quien detalló que 30 años fueron por el delito de femicidio y 12 años por violación agravada, cometidos el 9 de marzo de 2013.
Sin embargo, el condenado Miguel Ángel Marenco sólo cumplirá 30 años de prisión, ya que es la pena máxima en Nicaragua, salvo en casos de prisión perpetua revisable.
El crimen fue calificado como femicidio, ya que fue perpetrado antes de la reforma a la Ley de Violencia contra las Mujeres, que en su reforma de 2014 establece que para considerar un crimen como femicidio debe existir un vínculo directo entre la víctima y el agresor.
Por el violento crimen también fueron capturados los sujetos Gustavo Adán Marenco y Álvaro Enrique Ferreti López, quienes recibieron la misma condena hace varios años.
Según la acusación, los hermanos Miguel Ángel y Gustavo Adán Marenco ingresaron de madrugada por la parte trasera de la casa de la señora Cruz Gutiérrez, con la intención de robar licor, cigarros y dinero, en tanto Álvaro Ferreti se encargó de vigilar afuera que nadie se acercara.
Sin embargo, como la víctima despertó y los sorprendió, fue ultrajada sexualmente con un trozo de madera de 80 centímetros de largo, luego asesinada de cuchilladas en la cabeza, la cara y el cuello, y finalmente dejada en su cama, cubierta con una sábana y una almohada.
El juez Carlos Espinoza destacó en su sentencia que la agresión sexual y el asesinato demostraron un total desprecio por la vida de la víctima, motivado por el odio dado que ella había rechazado venderles licor varias horas antes.
El cadáver de la señora Cruz Gutiérrez fue descubierto dos días después en la casa ubicada del puente de La Polvosa cinco cuadras y media al norte, en Mateare.
El hallazgo fue realizado por doña Karla Aguilar Campos y Erwin Antonio López Díaz, vecinos de la anciana, quienes se asomaron por una hendija, mientras buscaban un gallo que supuestamente se había metido al patio de la señora.