Los padres de Kiara Cummins, jamás se imaginaron que su pequeña, con solo días de nacida muriera a causa de herpes, que le fue contagiado al recibir un beso, en Reino Unido.
«Nunca en mis peores pesadillas imaginé que un beso podría matar a mi bebé y no quiero que otros padres pasen por esto», dijo Kelly Ineson, madre de la menor.
La felicidad que trajo la llegada de Kiara a la familia Cummins, a finales de julio pasado, se esfumó unos días después, cuando el estado de salud de la pequeña se fue deteriorando hasta que murió.
La menor solo tenía 10 días de nacida cuando sus padres la llevaron al hospital, donde rápidamente se deterioró su salud.
Los médicos que atendieron a la pequeña fallaron en diagnosticar una infección durante algunos días. En ese tiempo, los riñones de la niña dejaron de funcionar, luego se presentó una sepsis y tuvo que ser inducida a coma.
Finalmente llegó el diagnóstico de herpes neonatal, pero en ese momento le dijeron a los padres de Kiara que ya no había nada por hacer y la pequeña murió días después.
Aunque la pequeña fue puesta en coma, aun si hubiera sobrevivido habría tenido daño cerebral severo.
En Reino Unido el herpes neonatal afecta a 1.65 bebés por cada cien mil nacimientos. Está causado por el virus simple del herpes, que es altamente contagioso, y que en los adultos provoca úlceras y llagas.
En los bebés, el virus resulta mortal pues su sistema inmune no está totalmente desarrollado.
Tras la muerte de Kiara, los médicos dijeron a su familia que lo más probable es que la bebé hubiera contraído el virus a través de un beso.