Depilada, maquillada, vestida con ropa de mujer, con aros y joyas, así era la vida de Pony, una orangutana esclavizada en un prostíbulo de Indonesia.
Su caso es uno de los más emblemáticos de la explotación que sufren los animales en ese país, pues al lugar llegaban clientes que pagaban por abusarla sexualmente.
Separada de su madre desde pequeña, Pony, vivió encadenada y sometida durante años. Sus explotadores cobraban 2.5 dólares a cada violador.
Además respondían con pistolas y cuchillos envenenados a quienes intentaban rescatarla, hasta que en 2003, 35 policías armados con AK-47 encabezaron el operativo y lograron liberar a Pony.
«Tenía unos seis o siete años cuando fue rescatada, pero había estado cautiva durante mucho tiempo». Estaba cubierta de abscesos y le pusieron maquillaje y pendientes», dijeron miembros de una fundación donde ahora le proporcionan una vida más tranquila.
El proceso ha sido lento, ya que en un comienzo rechazaba la cercanía de hombres, por lo que solamente podía estar con mujeres. Sin embargo, cuando se recuperó, los cuidadores pudieron estar con ella.
El caso de esta orangutana se contrapone con el de muchos otros ejemplares de su especie, que enfrentan situaciones de explotación y de comercio ilegal que los pusieron al borde de la extinción, detalló el Fondo Mundial para la Naturaleza.