La modelo Christine Margaret Keeler falleció el pasado 4 de Diciembre, por una obstrucción pulmonar crónica, a los 75 años de edad tras protagonizar uno de los escándalos sexuales y políticos más famoso en la historia del Reino Unido.
En 1961 esta guapa modelo conoció a los 19 años de edad a John Profumo, de 46, quien era una de las principales figuras del partido conservador británico y estaba casado con la estrella de cine Valerie Hobson.
Su romance comenzó casi al instante tras conocerla mientras se daba un chapuzón en la piscina de la mansión de Lord Astor sin embargo este político desconocía que la muchacha también era la amante de Yevgeny Ivanov, un soviético que era espía en el Reino Unido.
Pero no todo terminó ahí; esta fogosa chica también fue novia de un hombre identificado como Johnny Edgecombe quien en un arrebato de celos le disparó en el año de 1962 en la puerta de la casa de Christine Margaret.
En el momento que la joven se negó a declarar sobre su propio atentado tanto la prensa como la policía comenzaron a investigarla y descubrieron su enorme lista de amantes que incluía a un ministro, un espía soviético y un desquiciado.
Inmediatamente todo el país se preguntó si Profumo no le habría dicho secretos de Estado en la cama a la mujer quien podría habérselos contado al espía soviético. Tras la vergüenza y la crisis el ministro británico renunció a su puesto y también se llevó en la balastra al entonces primer ministro Harold Mcmillan.
Sin embargo no todo terminó ahí luego se determinó que Keeler había conformado un duo sexual con la adolescente Mandy Rice-Davies quienes penetraron la alta sociedad británica gracias a sus servicios sexuales que eran solicitados a través de un reconocido médico de nombre Stephen Ward, quien no soportó el escándalo y se suicidó tomando un puño de pastillas.
El hombre que intentó asesinarla y que fue condenando a 7 años de prisión luego declaró al Washington Post «Christine no era una espía. Ella era demasiado atolondrada. Era una chica fiestera. Una mujer guapísima a la que le gustaban los hombres, le gustaba el sexo y le gustaba ser el centro de atención».
Ella más tarde confesaría que su verdadero amor fue el osteópata Ward y que por sus sábanas habrían pasado estrellas como Ringo Starr, Warren Beatty y George Peppard.
«No paraban de decirme prostituta, siempre, siempre, siempre. Cargué con los pecados de todo el mundo, de una generación», contó una vez hasta que tuvo que cambiar su nombre por el de C. M. Sloane. Fue su propia hija Seymour Platt, fue quien anunció su muerte.