Nueve personas murieron en un tiroteo el miércoles por la noche en una iglesia de la comunidad afroamericana en el centro de Charleston, Carolina del Sur. Las autoridades confirmaron la mañana de este jueves que en el ataque murieron tres hombres y seis mujeres. Lo han descrito como un crimen de odio.

“El único motivo por el que alguien podría entrar en una iglesia y disparar a gente que reza es por odio”, dijo el alcalde de Charleston, Joseph P. Riley. “Es el acto más ruin que uno podría imaginarse, y llevaremos a esa persona ante la justicia”.
La policía dio a conocer una imagen del sospechoso. Indicaron que se buscaba a un varón blanco de unos 21 años, y que era sumamente peligroso, por lo que advirtieron a la ciudadanía no acercársele.
Las primeras investigaciones señalan que el joven estuvo en la iglesia casi una hora antes de disparar y que incluso participó en un servicio de oración dentro de la misma.
Las imágenes fueron tomadas de una cámara de vigilancia en que el aparecía el presunto tirador y el vehículo que empleó para huir tras el ataque. El FBI y la policía estatal colaboran con agentes locales en su búsqueda.
Greg Mullen, jefe de la policía local, dijo que no podía dar la marca y modelo concretos del auto porque no podían deducirlo de la grabación. Una de sus teorías es que el pistolero ya ha salido del entorno de Charleston.
El líder de la minoría en el Senado estatal, Todd Rutherford, dijo que el actual pastor del templo, Clementa Pinckney, estaba entre los fallecidos de la balacera. Fue senador estatal.
“Esta es una situación que es inaceptable en cualquier sociedad, sobre todo en nuestra sociedad, en nuestra ciudad”, dijo Mullen a la prensa.
La historia de la iglesia se remonta a 1816, cuando varias iglesias se separaron de la iglesia Episcopal Metodista de Charleston.
Uno de sus fundadores, Denmark Vesey, intentó organizar una revuelta de esclavos en 1822. Fue atrapado, y terratenientes blancos quemaron su iglesia en represalia. Los parroquianos continuaron su actividad religiosa en la clandestinidad hasta después de la Guerra Civil.
Este ataque se produce dos meses después de la muerte de un hombre afroamericano desarmado, Walter Scott, abatido a tiros por un policía blanco en la vecina North Charleston. Ese crimen desató grandes protestas y dejó en evidencia las tensiones raciales en la zona. El agente ha sido acusado de asesinato y los legisladores de Carolina del Sur han propuesto una ley que ayudaría a todas las agencias de policía del estado a obtener cámaras corporales.
La gobernadora Nikki Haley pidió en un comunicado oraciones por las víctimas y sus familias, y rechazó la violencia en lugares religiosos.
“Aunque aún no conocemos todos los detalles, sí sabemos que nunca comprenderemos qué motiva a alguien a entrar en uno de nuestros lugares de culto y arrebatar la vida de otro”, dijo Haley.
Poco después del tiroteo el miércoles, un grupo de pastores se reunió ante la iglesia para rezar en un círculo al otro lado de la calle.
Un centro de asistencia familiar se estableció para ayudar a las víctimas en el Embassy Suite Hotel, de acuerdo con un comunicado. El centro será atendido por personal de servicio a nivel federal, estatal y local.