Este jueves se cumplen 49 años del terremoto de magnitud de 6.2 en la escala abierta de Richter, que destruyó la mayor parte de Managua, causando la muerte de entre diez mil y 20 mil personas.
A los 35 minutos del sábado 23 de diciembre del año 1972, ocurrió la catástrofe que sorprendió a los capitalinos quienes para esa fecha abarrotaban las tiendas en busca de los regalos de navidad y se alistaban para compartir en familia, al día siguiente, la cena navideña.
La noche del 22 de diciembre era de alegría, miles celebraban en bares, discos y restaurantes, y a eso de la nueve, se dio el primer aviso telúrico, luego se sintió otro a las 10 y 28; y a los 35 minutos del día 23, se reventaron las tres fallas geológicas que cruzan la capital.
Según estudios de especialistas hubo tres terremotos: el primero a las 12:30, con una magnitud de 5.6 en la escala abierta de Richter y de 6.2 de magnitud en la onda superficial.
El segundo a la 1:18 fue de 5 grados en la escala Richter y el tercero a las 1:20 de la madrugada que fue de 5.2; cada uno suficientemente fuerte para acabar con el sesenta por ciento de las construcciones de Managua.
La mayor sacudida agarró a miles en sus camas, donde quedaron sepultados por los escombros, otros miles más fallecieron al intentar salir de sus casas, y otros más se asfixiaron por el polvo.
Oficialmente el gobierno estimó la cifra de muertos en 10 mil, pero los medios de comunicación y fuentes médicas, calcularon más de 20 mil, la mayoría de los cuales fueron sepultados en una fosa común, al fondo del Cementerio General de Managua.
El terremoto acabó con barrios como El Águila, San Sebastián, Cristo del Rosario y Los Balcanes, donde miles de casas de adobe cayeron como castillos de naipes, causando una nube de polvo que se hizo roja por el incendio de los mercados San Miguel y Central.
La tragedia marcó a todos, desde los habitantes de barrios humildes hasta las residencias de lujo.
El sismo destruyó los negocios de las avenidas Roosevelt y Bolívar, donde sobrevivieron la Casa Cardenal, el Banco de América, el Banco Nacional y el Banco Central, mientras la cárcel El Hormiguero, se fue al suelo, sepultando a centenares de presos.
En el sector de donde hoy es Plaza Inter, estaba ubicada una plazoleta, en la que muchos de los hospedados en el Hotel Intercontinental, incluido el multimillonario gringo Howard Hughes, se habían refugiado con temor.
Otros famosos que pasaron la experiencia del terremoto fueron Los Galos de Chile, quienes estaban presentándose en el Night Club Plaza, ubicado cerca de Asososca, de donde afortunadamente salieron sin rasguños.
Pasados los primeros temblores, algunos encontraron la muerte al regresar al interior de sus casas, en busca de rescatar algo, como le ocurrió al actor René Blanco.
Otras tragedias se recuerdan con énfasis como la de una pareja que salió con vida de la sacudida y al ir a visitar a su familia a la calle 27 de mayo, la casa les cayó encima en el Volkswagen en que llegaron.
Prostíbulos famosos como “La Conga Roja” y “El Cuarto Bate”, que estaban ubicados cerca del Cine México, fueron la tumba de muchos, especialmente de guardias somocistas que andaban echando su “canita al aire” aprovechando su pase navideño.
En medio del desastre, la figura del arzobispo de Managua, Cardenal Miguel Obando fue determinante, pues salió a las calles en medio del peligro para dar consuelo y confortar a los miles de feligreses.
El tirano Anastasio Somoza Debayle, dio orden a su guardia nacional de matar a muchos que sacaban artículos de las tiendas y viviendas destruidas, para después quedarse ellos con lo robado.
En esos momentos se anunció la muestra de solidaridad de los países hermanos, donde sobresalió Cuba, cuyo presidente, Comandante Fidel Castro, envió una brigada de doctores con medicinas, poco después de la tragedia.
En medio de la angustia del pueblo de Managua, la solidaridad también se volcó desde Puerto Rico a través del pelotero Roberto Clemente, quien falleció el 31 de diciembre cuando la aeronave en que trasladaba la ayuda sufrió un accidente aéreo.
Sin embargo, la mayor parte de la ayuda en efectivo y material fue centralizada por el dictador Anastasio Somoza Debayle y su hijo, alias “El Chigüin”, quienes realizaron un saqueo institucional robándose lo que pertenecía a “los terremoteados”.
Ahora en nuestros padres y abuelos solo vive el recuerdo de los night club o centros nocturnos como: El Versalles, El Plaza, La Guaca, La Tortuga Morada, el Club Internacional, el Club Managua y el Ron Ron.
En el gusto y el olfato también quedaron grabados los aromas de los tragos en bares como El Gambrinus, el Zanzíbar, el Jardín Central, el Salón Rigo, La Vieja Maldita, el bar Ya Ya, La Cumbancha, la Caja de Fósforo, Luz y Sombra, los Balcanes, La Tostadita, Chagüitillo, la cantina de Julio Iglesias o los taconazos de Chico Pelón, en el barrio Maldito.
“NO SÉ que pueda yo decir sobre tus escombros /que no esté dicho por las alambradas / que te hacen sangrar por los costados”, dice un poema del escritor Pedro Rafael Gutiérrez, en su obra Réquiem a una Ciudad Muerta.
Todo, todo, se fue con el terrible terremoto…Sin embargo, el pueblo nicaragüense, mantiene y fortalece ese espíritu indomable de continuar luchando por salir adelante, y como el Ave Fénix sigue resurgiendo de entre las cenizas.
Ahora con el buen Gobierno Sandinista, la población nicaragüense está mejor preparada para enfrentar estos fenómenos y otros, con los ejercicios multi-amenazas que se realizan a nivel nacional, para estar atentos y a protegernos mejor ante los desastres y calamidades de múltiples orígenes que pueden presentarse.