Más de 228 mil muertos y millones de desplazados dejó el Tsunami que golpeó al mundo en 2004

El 26 de diciembre de 2004, un terremoto de magnitud 9.1, ocurrido en el lecho del Océano Índico, a 30 kilómetros de profundidad y 120 kilómetros al oeste de la isla de Sumatra, en Indonesia, produjo un maremoto que afectó las costas de 14 países y dejó un saldo de más de 228 mil muertos.

El potente terremoto ocurrió a las 07;58 minutos de la mañana hora local, y debido a la ausencia de sistemas de alerta potenció el mayor desastre natural que cobro la vida de centenares de miles de personas.

Informe indican que el terremoto de magnitud 9.1 es el tercero en potencia de todos los registrados, solo por detrás de los sismos de Valdivia, en Chile, de 1960, de magnitud 9,5, y el terremoto del Viernes Santo ocurrido en Alaska en 1964, que alcanzó una magnitud de 9,2.

Era tal la magnitud del potente terremoto que liberó una energía equivalente a 23 mil bombas atómicas como la que destruyó Nagasaki en agosto de 1945.

A este primer terremoto le siguieron durante varias horas y días numerosas réplicas, algunas de una magnitud de hasta 6,1.

En términos de extensión geográfica y geológica el terremoto que afectó mil 600 kilómetros de superficie de falla en el lecho del océano Índico, deslizándose en dos fases unos 15 metros a lo largo de la zona de subducción entre las placas tectónicas de la India y de Birmania.

Eso provocó el maremoto con olas que en aguas abiertas se movieron a velocidades que iban de los 500 a los 800 kilómetros con altura de entre 24 y 30 metros afectando a 14 países.

Fue tal la velocidad del tsunami que 20 minutos después del potente terremoto las olas de 30 metros llegaron a la costa de Banda Aceh, en Indonesia, donde mató a más de 170 mil y destruyó todo a su paso.

Igualmente, las mortales olas llegaron la misma mañana al sur de las playas del sur de Tailandia, donde murieron unas 5 mil 400 personas, arrasando además el extremo sur de Myanmar, con 61 víctimas.

Las olas también llegaron a las costas noreste y sur de Sri Lanka, cobrando la vida de otras 30 mil personas y en la costa este de India, donde fallecieron otras 16 mil personas.

Ya en horas de la tarde el oleaje del tsunami golpeó el archipiélago de las Maldivas, donde inundó dos tercios de la capital y la mayoría de sus mil 192 islotes.

Posteriormente ya avanzada la tarde el agua llegó a la costa este de África, donde hubo más de 300 muertos en Somalia, Tanzania y Kenia.

Las últimas fuerzas del tsunami se registraron en Isla Mauricio, Sudáfrica, y hasta en la Antártida, aunque sin causar víctimas.

Además de los 228 mil muertos, el fenómeno provocó al desplazamiento de casi dos millones de personas y produjo desastres medioambientales, como el envenenamiento de acuíferos de agua dulce y de miles de hectáreas de tierras fértiles por la infiltración del agua de mar.

Los registros históricos indican que no otro fenómeno de tal magnitud en potencia y efectos destructivos que se vio potenciado ante la falta de vigilancia y sistemas de avisos ante este tipo de fenómeno principalmente en el Océano Índico, donde habitan actualmente mil 500 millones de personas en ciudades y pueblos costeros.

La magnitud de ese último gran tsunami en el Índico puso en evidencia la necesidad de proteger también todos los mares del planeta.

A más de dos décadas del desastre muchas de las regiones afectadas no han podido recuperarse de los daños medioambientales producidos por la invasión de las aguas marinas sobre las costas.

En tanto los costos materiales a causa del desastres se calcularon en 14 mil millones de dólares, según un informe del Banco Mundial.

En Nicaragua, gracias al Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, a través del Sinapred, cada año se realizan cuatro ejercicios de Prevención de la Vida, en el que los nicaragüenses nos preparamos en diferentes escenarios como terremotos, deslizamientos de tierra, inundaciones y Tsunamis, contando además con sistemas de alarmas a lo largo de nuestras costas.
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