Nicaragua despide a uno de sus más emblemáticos artistas revolucionarios, Pedro Pablo Martínez Téllez, mejor conocido como “El Guadalupano”. El legado de este talentoso compositor y cantautor queda en el corazón del pueblo que tanto amó y defendió.
Martínez Téllez dedicó su vida a la música y al compromiso social, creando más de 1,200 canciones que exaltan el orgullo y la identidad nicaragüense. Entre sus obras más notables está el «Canto de meditación» o «Canto de los pájaros«, parte de la célebre «Misa Campesina Nicaragüense«, una pieza que se convirtió en símbolo de la resistencia y defensa de la Soberanía Nacional.
Wilmor López, Asesor del Presidente de la República para temas culturales, expresó su profundo respeto por «El Guadalupano», en declaraciones a Tu Nueva Radio Ya: No solo era un cantautor, sino también un ferviente defensor de las causas justas. Desde muy joven, abrazó el compromiso social y revolucionario, usando su talento para llevar el mensaje de esperanza, justicia y resistencia a cada rincón del país”.
Nacido el 25 de junio de 1950 en el barrio Guadalupe de la ciudad de León, Pedro Pablo fue el menor de doce hermanos en una familia humilde. Desde joven, trabajó en distintos oficios, incluyendo la agricultura y la carpintería, hasta encontrar en la música un medio para expresar su pasión por la justicia social. En 1974 inició su carrera en un programa radial.
Su composición del «Canto de meditación» en 1975 se convirtió en uno de los momentos más recordados de su carrera.
Durante los años 80, Martínez Téllez fue parte activa del Ministerio de Cultura y colaboró con la Central Sandinista de Trabajadores (C.S.T),en actividades de promoción cultural.
Entre sus composiciones destacan canciones como «El Niquinohomeño» en homenaje al General Sandino; «Canción del agua«, una obra de conciencia ecológica; y «Hay que aprender a leer», en conmemoración de la cruzada nacional de alfabetización de 1980. Además, ejerció como diputado en la Asamblea Nacional de 1997 a 2002.
«El Guadalupano» deja un legado musical y cultural que trasciende generaciones, siendo recordado como un símbolo de valentía y amor incondicional por su tierra.
¡Viva El Guadalupano!
¡Hasta la Victoria Siempre!
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