Tiscapa, un sitio con historia

Testigo mudo de varios de los acontecimientos más trascendentales de Managua, la céntrica loma de Tiscapa resguarda con celo varios capítulos de la convulsa historia de Nicaragua.

Todo comenzó a finales del siglo XIX, cuando el entonces presidente, José Santos Zelaya, edificó allí la primera construcción de tipo militar, atraído por la estratégica posición sobre el resto de la ciudad.

En ese entonces, Managua era una urbe pequeña y sencilla, y la elevación resultaba privilegiada, así como su cercanía a algunos puntos claves.

Con los años se fue transfigurando en la sede y símbolo del poder a tal punto de que en 1925, con la toma de la fortaleza militar de Tiscapa, el general Emiliano Chamorro dio inicio a lo que después se conocería como la Guerra Constitucionalista, una acción recordada como “El Lomazo”.

Este no resultó ni el primero ni el último hecho del que fue testigo directo.

El 31 de marzo de 1931, un sismo de 5.8 grados en la escala de Richter remeció a Managua con un saldo de cerca de dos mil nicaragüenses muertos y millares de heridos.

Pocos edificios sobrevivieron y la Casa Presidencial, inaugurada en enero de ese mismo año en la cima de la loma, sufrió severos daños en su estructura agregando un valor simbólico a la destrucción.

Varias reparaciones trataron de subsanar los daños pero el inmueble quedó herido para siempre, pues años después otro evento telúrico lo destruiría totalmente.

Sandino, Somoza, y la Revolución

El 21 de febrero de 1934, Augusto C. Sandino asistió como invitado del presidente Juan Bautista Sacasa a una cena en la misma Casa Presidencial.

A la salida del evento, el auto en el que se movía fue interceptado por un grupo de la Guardia Nacional, entidad militar dirigida por el tristemente célebre Anastasio Somoza García.

El capitán que estaba al frente del grupo tenía órdenes de matarlo, pero al ser masón, igual que Sandino, encargó a uno de sus subordinados para que llevara a cabo la acción.

Aun así, no quiso privarse del crédito y con un disparo al aire dio la señal de fuego al pelotón de fusilamiento.

A esa misma hora, “Tacho” Somoza participaba de un recital de poesía. Por esas casualidades de la vida, años después, el 21 de septiembre de 1956, un poeta, Rigoberto López, disparó contra el dictador y puso fin a su vida.

La dinastía, dueña de un largo y triste capítulo en la historia del país, convirtió el lugar en refugio y símbolo de su nefasto poder.

Allí construyeron el Palacio de La Curva, destinado a ser la residencia del jefe de la Guardia Nacional, y la Tribuna Monumental.

Además, el lugar albergó instituciones como la Academia Militar y la fortaleza El Hormiguero, el Casino y el Hospital Militar y la Oficina de Seguridad Nacional, así como los cuerpos de infantería del ejército y cuarteles de la Guardia Presidencial.

Varios de estos lugares fueron centros de tortura y detenciones para quienes disentían con los Somoza.

En diciembre de 1972 otro implacable terremoto destruyó la ciudad. Con sus 6.2 grados en la escala de Richter y unas fuertes secuelas arrasó con el antiguo centro y con la mayoría de las edificaciones de la capital.

Además, acabó con la vida de más de 10 mil personas, motivó un desplazamiento poblacional a otras ciudades vecinas y transfiguró para siempre el trazado urbanístico de la ciudad.

La Curva y la casa presidencial debieron ser derrumbadas por los irreparables perjuicios que sufrieron con el temblor. Hoy todavía quedan restos en la loma.

En su lugar, Somoza Debayle construyó una lujosa residencia y el famoso búnker, el cual convirtió en la sede de sus oficinas y la de los allegados.

Sin embargo, tras más de 44 años de dominación política y secuestro económico de la nación, el somocismo perdió el poder.

El 19 de julio de 1979 el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) logró que el dictador huyera del país y ocupó el búnker y el complejo.

Una parada obligatoria

Llegar hasta el parque histórico es fácil. Está en un sitio céntrico y de fácil acceso y para aquellos interesados en conocer la vida e historia de la ciudad, es una parada obligada.

En la ladera sur está la laguna de Tiscapa, la cual se formó tras una explosión volcánica que generó un hundimiento en la zona del cráter.

Con el tiempo, este “hoyo” ubicado en el medio de lo que es hoy Managua comenzó a acumular agua y actualmente tiene un diámetro aproximado de medio kilómetro y unos 50 metros de profundidad.

Amén de la vista, Tiscapa es un museo que recuerda y condena en silencio las terribles realidades padecidas por el país en el pasado.

Una enorme silueta de Sandino campea en la cima, y a sus pies yace una tanqueta que regaló el fascista italiano Benito Mussolini a Somoza.

A pocos pasos de allí, una exposición permanente recuerda las torturas que en las celdas que permanecen bajo el suelo se practicaban durante décadas contra quienes no estaban de acuerdo con la dictadura.

Muy cerca de donde estaban las fastuosas mansiones donde habitaba el poder, todavía persisten los enormes muros que callaban los gritos de las víctimas en sus celdas y cuartos de tortura.

Es el recuerdo de esa convulsa historia y una oda muda al valor de la paz y estabilidad lograda en los últimos años.

*Corresponsal de Prensa Latina en Nicaragua

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