Ya casi se cumple una semana del devastador terremoto de 7,1 grados que hasta el momento deja unos 320 muertos en México, las esperanza de encontrar vida entre los escombros se agota y la tensión crece por momentos en los puntos donde continúan las tareas de rescate.
En al memos tres puntos se trabajaba la madrugada de este lunes, pero el grueso de los rescatistas se concentraba en el céntrico sector Roma, donde un edificio de siete pisos se derrumbó.
Protección Civil contabilizaba a unas 40 familias que buscan a seres queridos que estaban ahí al momento del sismo, poco después del mediodía del pasado martes, cuando los mexicanos recordaban otra tragedia: el terremoto de 8,1 del 19 de septiembre de 1985 que dejó más de 10.000 muertos.
«En esta magnitud de desastre tiene que salir una autoridad alta que diga: ‘a ver, déjense de rumores’. Los únicos que nos han dado información, y eso a cuentagotas, ha sido la sociedad civil», dijo a la AFP Guillermo Albarrán, abogado de 42 años, tío de Karina Gabriela Albarrán, que trabaja en un estudio contable del cuarto piso.
«No es ir en contra del gobierno, lo que queremos es información», añade al señalar que en medio de la angustia se apoyan «de todas las formas posibles, espirituales, materiales y psicológicas» y manteniendo la fe de que «salgan vivos».