El Gobierno sirio decretó este viernes un toque de queda en las provincias costeras de Latakia y Tartus, además de enviar refuerzos militares desde otras regiones para enfrentar la mayor insurrección a la que se ha visto sometido desde su asunción al poder en diciembre pasado.
La medida se tomó tras una serie de ataques coordinados por grupos armados, muchos de ellos compuestos por antiguos soldados y oficiales, que desencadenaron intensos combates y dejaron al menos 120 muertos, entre ellos varios civiles.
Los enfrentamientos comenzaron el jueves cuando una patrulla militar fue emboscada en el pueblo de Beit Ana, en la comarca de Yable, donde se encuentra la base aérea rusa de Hmeimin.
Al acudir otra unidad militar para evacuar los cuerpos de los soldados fallecidos, los combates se intensificaron y se extendieron a varios puntos de las provincias de Latakia, Tartus y Homs.
Durante la noche, los insurgentes lograron tomar el control de edificios gubernamentales, incluyendo la Academia Naval de Latakia, y capturaron rehenes. Sin embargo, tras horas de intensos enfrentamientos, las fuerzas leales al gobierno de Damasco recuperaron parcialmente el control de la situación.
Aún así, se presume que el número de víctimas aumentará, ya que hay informes no confirmados de «desaparecidos y prisioneros de ambos lados que han sido ejecutados».
Según informó la cadena estatal Syria TV, algunos oficiales del anterior gobierno enviaron una petición para negociar las condiciones de su rendición con las nuevas autoridades. Mientras tanto, columnas de vehículos militares, incluidos tanques, se desplegaron en la región para recuperar el control y aplastar los últimos focos de resistencia.
En un comunicado firmado por el general de brigada Ghiyath Dala, antiguo miembro del Ejército Sirio, los insurgentes anunciaron el inicio de la «liberación de Siria» frente al «régimen de terroristas yihadistas extremistas», en referencia al grupo salafista Hayat Tahrir al Sham (HTS), cuyos miembros actualmente detentan el poder. Este grupo, vinculado en el pasado a Al Qaeda, ha sido señalado por los insurgentes como el principal objetivo de su levantamiento.
Los combates continuaron durante este viernes en algunas localidades costeras y en zonas más agrestes de la cordillera que separa estas provincias del resto de Siria. Esta región es habitada en gran parte por la minoría alauí, una rama del islam chií, que ha sido históricamente un bastión de apoyo al anterior gobierno sirio.