La Fuerza Aérea de Estados Unidos fue condenada a pagar más de 230 millones de dólares a los sobrevivientes y familias de las víctimas de un tiroteo ocurrido una iglesia de Texas en el año 2017.
La balacera masiva tuvo un saldo de 26 muertos y 22 heridos y fue perpetrado por el piloto Devin Patrick Kelley, quien ya había sido condenado por una corte marcial y expulsado de las fuerzas castrenses estadounidenses.
En el año 2012, mientras estaba asignado en la Base Holloman de la Fuerza Aérea en Nuevo México, Kelley fue acusado de asalto a su cónyuge y asalto a su hijo.
Un juez federal de la ciudad de San Antonio dictaminó que la Fuerza Aérea era responsable en un 60% del ataque por no haber ingresado a una base de datos, utilizada para verificar antecedentes, los cargos de Devin por violencia doméstica.
Este hecho fue un factor decisivo que podría haber impedido que este sujeto haya podido comprar legalmente el arma de grueso calibre que utilizó para perpetrar la masacre.
Kelley ingresó armado, el pasado 6 de noviembre de 2017, vistiendo un chaleco antibalas y un rifle de asalto tipo RA a la iglesia First Baptist Church de Sutherland Springs y abrió fuego durante un servicio dominical.
El soldado, quien además llevaba además varias armas ocultas dentro de su automóvil, se quitó la via con su misma arma luego que dos hombres empezaran a perseguirlo tras escuchar los disparos.