Una mujer de 64 años de edad perdió la vida en Ohio, Estados Unidos, tras ser brutalmente atacada por un ciervo al que había rescatado y al que intentaba domesticar en su granja.

Jodi Proger llevaba los últimos 12 años rehabilitando ciervos de cola blanca en su propiedad de dos hectáreas en Stewartsville, Ohio, aproximadamente dos horas al sur de la ciudad de Akron. Esta labor de rescate se había convertido en su pasión y propósito de vida, dedicando más de una década completa a ayudar a estos animales, según informó el diario The New York Post.
Su muerte ocurrió el pasado sábado 15 de noviembre, cuando quedó encerrada en el recinto que usaba para cuidar a los ciervos junto con un ejemplar que terminó atacándola. La situación se tornó desesperada cuando la mujer no pudo escapar del área confinada donde el animal se encontraba.
La oficina del sheriff, citada por WTRF-TV, precisó en un comunicado oficial que «los familiares intentaron auxiliar y neutralizar al animal antes de la llegada de las autoridades para poder socorrer a la víctima». Lamentablemente, no lograron controlar la situación y los agentes de policía del condado de Belmont se vieron obligados a disparar al ciervo para poder llegar hasta Proger, quien fue declarada muerta en la escena debido a sus heridas, que las autoridades no detallaron por respeto a la familia.
El sheriff James Zusack informó que no se sospecha de intervención de terceros en este lamentable suceso y que la investigación se mantiene activa para esclarecer todos los detalles. «No hay indicios de mano criminal en el caso», declaró Zusack, según las versiones recogidas por USA Today, descartando cualquier teoría sobre posible participación humana en el ataque.
El inicio de una misión de rescate
Jodi Proger comenzó a salvar ciervos en 2013, después de ser testigo de cómo una cierva era atropellada por un automóvil en una carretera de Ohio. La mujer se hizo cargo de su cervatillo de apenas unos días, al que encontró en la carretera junto al cadáver de su madre, una imagen que la marcó profundamente y la llevó a dedicar su vida a esta causa.
Tras una batalla legal para poder conservar legalmente al animal, Proger finalmente pudo quedarse con el ciervo y decidió ampliar sus tareas de rescate de forma permanente. Desde aquel primer cervatillo, Proger había llevado a su casa al menos otras cuatro hembras y machos, convirtiéndose en un verdadero refugio para estos animales necesitados.
Conocía los riesgos
La hija de Proger, Jennifer Bryan, declaró que su madre tenía licencia para cuidar a las criaturas y «conocía los riesgos» que conllevaba interactuar con una especie salvaje, a pesar del tiempo que dedicaba a intentar domesticarlos. Esta afirmación subraya que la fallecida era consciente de los peligros inherentes a su actividad.
«Mi madre conocía los peligros de tener ciervos«, dijo Bryan en declaraciones recogidas por The New York Post. «Trabajó en el condado de Belmont rescatando y ayudando a muchos animales a lo largo de su vida. Esta es una triste tragedia y merecemos respeto y tiempo para llorar», concluyó la hija, pidiendo privacidad para la familia en estos momentos tan difíciles.
Los ataques fatales de ciervos hacia humanos son atípicos en Estados Unidos, según datos oficiales. La Asociación Nacional del Ciervo señala que aunque los ciervos figuran como uno de los animales que más muertes causan en el país, la mayoría de los fallecimientos está asociada a accidentes de tráfico con estos animales y no a ataques directos como el que cobró la vida de Proger.
En circunstancias excepcionales, los ciervos actúan agresivamente cuando experimentan sensación de atrapamiento, alguna lesión o enfermedades, condiciones que pueden desencadenar comportamientos violentos incluso en animales que han sido cuidados por humanos durante años.
Este caso trágico sirve como recordatorio de que los animales salvajes, por más tiempo que se intente domesticarlos, mantienen sus instintos naturales que pueden volverse mortales bajo determinadas circunstancias.