Un violento terremoto que estremeció el oeste de Irán deja ya 530 muertos y 7 mil heridos, todos en la provincia occidental de Karmanshah, fronteriza con Irak, donde siguen a contrarreloj las tareas de rescate para intentar hallar supervivientes entre las ruinas.
Edificios convertidos en escombros, vehículos aplastados, campamentos improvisados para los damnificados y comercios y escuelas cerrados eran el desolador paisaje de varias poblaciones de Kermanshah.
El sismo, de 7.3 grados en la escala de Richter y que tuvo su epicentro el domingo pasado en la frontera entre Irán e Irak, arrasó varias localidades iraníes y provocó ayer decenas de réplicas.
Ante la magnitud de la tragedia, las autoridades iraníes movilizaron a todos los cuerpos de seguridad, incluidos el Ejército y los Guardianes de la Revolución, para acelerar las tareas de rescate y de retirada de escombros.