El Papa Francisco dio este domingo una serie de consejos para diferenciar la voz de Jesús, el Buen Pastor, de la del maligno que busca tentarnos.
«El Señor nos llama por nuestro nombre, nos llama porque nos ama. Sin embargo, dice el Evangelio, hay otras voces que no deben seguirse: las de extraños, ladrones y ladrones que quieren el mal de las ovejas», recordó el Santo Padre durante el Cuarto Domingo de Pascua.
«Estas diferentes voces resuenan dentro de nosotros. Está la voz de Dios, que amablemente habla a la conciencia, y está la voz tentadora que conduce al mal… ambas hablan dos idiomas diferentes, es decir, tienen formas opuestas de tocar nuestro corazón», subrayó Francisco.
«La voz de Dios nunca obliga: Dios se propone, no se impone. En cambio, la mala voz seduce, asalta, fuerza: despierta ilusiones deslumbrantes, emociones tentadoras pero pasajeras. Al principio engatusa, nos hace creer que somos omnipotentes, pero luego nos deja con el vacío en el interior y nos acusa», continuó.
«La voz de Dios nos corrige, con mucha paciencia, pero siempre nos anima, nos consuela: siempre alimenta la esperanza. La voz de Dios es una voz que tiene un horizonte. En cambio, la voz del malo te lleva a una pared, te lleva a la esquina», expresó.
«La voz del enemigo distrae del presente y quiere que nos centremos en los temores del futuro o en la tristeza del pasado, el enemigo no quiere el presente: trae de vuelta la amargura, los recuerdos de los males sufridos, de aquellos que nos hieren. Muchos malos recuerdos», continuó diciendo.
«En cambio, la voz de Dios habla en el presente: Ahora puedes hacer el bien, ahora puedes ejercer la creatividad del amor, ahora puedes renunciar a los remordimientos y remordimientos que mantienen preso a tu corazón. Nos anima, nos lleva hacia adelante, pero habla al presente: ahora», reflexionó el Santo Padre.
«Las dos voces plantean diferentes preguntas en nosotros. Lo que viene de Dios será: ¿Qué es bueno para mí?. En cambio, el tentador insistirá en otra pregunta: ¿Qué quiero hacer?. Qué quiero: la mala voz siempre gira en torno al yo, sus impulsos, sus necesidades, todo de inmediato. Es como los caprichos de los niños: todo y ahora», reseñó.
«La voz de Dios, sin embargo, nunca promete alegría a precios bajos: Nos invita a ir más allá de nosotros mismos para encontrar el verdadero bien, la paz. Recuerda: El mal nunca da paz, pone frenesí antes y deja amargura después. Este es el estilo del mal», explicó.
«La voz de Dios y la del tentador hablan en diferentes ambientes: El enemigo prefiere la oscuridad, la mentira, el chisme mientras que el Señor ama la luz del sol, la verdad, la transparencia sincera», detalló el Papa.
El enemigo nos dirá ¡Enciérrate, para que nadie te entienda y te escuche, no confíes!. Por el contrario, el bien nos invita a abrirnos, a ser claros y seguros en Dios y en los demás, precisó.