El Papa Francisco visitó este domingo las ciudades mártires de Nagasaki y Hiroshima para llevar su mensaje de abolición de las armas nucleares en todo el mundo, catalogando su uso y posesión como una perversidad y un crimen contra la humanidad.
Su Santidad arribó a Japón el pasado sábado tras viajar por Tailandia, como parte de su gira por el continente asiático.
El pontífice argentino se refirió al trágico episodio en la historia humana que puso fin a la Segunda Guerra Mundial pero que significó la muerte de 74 mil personas en Nagasaki y 140 mil en Hiroshima luego que Estados Unidos lanzara dos bombas atómicas en 1945.
Aquí, en un estallido incandescente de rayos y fuego, tantos hombres y mujeres, tantos sueños y esperanzas, desaparecieron dejando solo sombras y silencio, declaró Francisco ante el Memorial de la Paz de Hiroshima.
Con profunda convicción deseo declarar una vez más que el uso de la energía atómica para fines de guerra es hoy, más que nunca, un crimen no solo contra la dignidad de los seres humanos sino contra cualquier posible futuro para nuestro hogar común, expresó.
Su Santidad asistirá el lunes a una reunión en Tokio con víctimas del triple desastre del 11 de marzo de 2011, cuando Japón fue sacudido por un sismo seguido de un tsunami que provocó a su vez una catástrofe nuclear en Fukushima.
Un viaje histórico del Papa Francisco
El Papa Francisco es el primer pontífice en visitar Japón desde el viaje de Juan Pablo II en 1981. Apenas 440 mil, de 126 millones de japoneses, son católicos.
El papa expresó que con esta visita cumplía uno de sus más grandes deseos que era predicar en Japón. «No sé si sabrán, pero desde joven sentía simpatía y cariño por estas tierras. Han pasado muchos años de aquel impulso misionero cuya realización se hizo esperar», expresó.
En Japón las dos principales religiones son el sintoísmo y el budismo. El cristianismo se introdujo en el país con la llegada de los primeros misioneros católicos en el año de 1549.
Sin embargo la religión fue prohibida décadas más tarde y los cristianos fueron perseguidos de manera cruel y despiadada, fueron torturados y ejecutados sino renunciaban a su Fe.
Japón estuvo aislado del mundo desde principios del siglo XVI hasta mediados del siglo XIX, fue precisamente cuando los misioneros que ingresaron al país descubrieron la existencia de cristianos clandestinos, quienes profesaban su Fe mezclándola con los ritos japoneses.