Un adolescente de 16 años, cuya identidad se mantiene en reserva, mató a su mamá, papá y hermana después de que sus padres le decomisaron el teléfono celular en el municipio de Jundaí, en Sao Paulo, Brasil.
Luego el joven permaneció con los cuerpos durante 48 horas antes de confesar el crimen.
Según medios locales, el menor sostuvo una pelea con sus padres adoptivos porque lo llamaron «vagabundo» y luego le quitaron el celular, provocando su furia.
El adolescente planificó el crimen el jueves 17 de mayo. Buscó la pistola de su padre, Isac Tavares, de 57 años, quien trabajaba como guardia de seguridad, y para asegurarse de que el arma funcionara realizó disparos al aire.
Ese día, en horas de la tarde, después de regresar del colegio, llegó a su casa y comenzó a disparar en su cuarto. Su hermana Leticia, de 16 años, fue a preguntarle qué pasaba y recibió un disparo en la cabeza. Enseguida, su padre corrió a ver qué sucedía y también fue asesinado.
La madre, Solange Aparecida Gomes, de 50 años, regresó en horas de la noche a su hogar. Encontró los cuerpos en la sala, pero no alcanzó siquiera a reaccionar, porque recibió varios disparos por la espalda.
Según las autoridades, el menor siguió haciendo su vida normal: fue al gimnasio y a comprar comida a una panadería.
Sin embargo, el domingo 19 de mayo, en horas de la noche, la Policía Militar llegó al hogar y encontró los cuerpos, lo que obligó al menor a confesar lo ocurrido.
Tras su relato, el joven fue detenido y llevado a un centro de reclusión para menores de edad en Sao Paulo, acusado de homicidio, feminicidio, porte ilegal de arma y profanación de cadáver.