En las últimas semanas, el Volcán Masaya, uno de los íconos naturales más emblemáticos de Nicaragua, fue escenario de una serie de derrumbes que captan la atención de las autoridades y los ciudadanos en general.
Este imponente coloso, conocido por su belleza y actividad volcánica, enfrenta un desafío que requiere de la vigilancia y el cuidado de todos los nicaragüenses.
Derrumbes en el Cráter del Volcán Masaya
Según informes del Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (INETER), los derrumbes se produjeron en la parte baja, al sur y al este del intercráter del Volcán Masaya.
Este material de derrumbe cubrió el lago de lava y el conducto secundario, si bien aún se mantiene la incandescencia desde este último.
La salida de gases del volcán se mantiene ligera y constante, tanto desde el conducto secundario como desde las fracturas internas del cráter.
Por el momento, las autoridades nicaragüenses califican la situación como de «relativa calma«, pero no dejan de estar atentas a cualquier cambio en la actividad del coloso.
En tanto, el SINAPRED (Sistema Nacional para la Prevención, Mitigación y Atención de Desastres) presentó un plan de respuesta específico para el Complejo Volcán Masaya.
Este define los escenarios de afectación según la amenaza del complejo volcánico y la población expuesta, lo que permitirá una activación oportuna de los mecanismos de respuesta y alerta.
El Imponente Volcán Masaya: Orgullo Nacional
El Volcán Masaya es un verdadero coloso de la naturaleza nicaragüense. Declarado Parque Nacional en 1979, este impresionante volcán cuenta con una superficie de 54 kilómetros cuadrados y más de 20 kilómetros de senderos y carreteras escénicas que permiten a los visitantes disfrutar de sus vistas deslumbrantes.
Uno de los principales atractivos del Masaya es su lago de lava, conocido como «El Lago de Fuego», que ofrece un espectáculo cautivador, especialmente durante la noche, cuando las llamas iluminan el cielo oscuro.
Además, el volcán alberga una diversidad de leyendas y mitos que lo convierten en un destino turístico de gran relevancia para Nicaragua.
Ante los recientes derrumbes, las autoridades y la población mantienen una vigilancia constante, con el objetivo de preservar este icónico volcán y garantizar la seguridad de todos los visitantes que acuden a admirar su imponente belleza.