Un depredador sexual que trabajaba en una guardería del Reino Unido y que violó a un pequeño de apenas 3 años de edad, además de abusar sexualmente de otro menor de la misma edad, recibió una condena que indignó a todo el mundo: únicamente 10 años de prisión y otros 5 años de libertad condicional, según informó la Fiscalía de la Corona el pasado 14 de noviembre.

Esta sentencia vergonzosamente blanda significa que Thomas Waller, de 18 años, podría estar libre en la calle antes de cumplir 30 años, mientras sus pequeñas víctimas cargarán con las secuelas de sus aberrantes crímenes por el resto de sus vidas.
Lo más escalofriante del caso es cómo este criminal logró infiltrarse en el sistema de cuidado infantil. Waller comenzó a trabajar en el centro infantil ubicado en Surrey en julio del 2024, «después de haber cursado un extenso programa de estudios universitarios y obtenido las cualificaciones necesarias para ejercer la profesión», según declaró el fiscal del caso, Rio Pahlavanpour. Este sujeto dedicó años de su vida preparándose académicamente, no para proteger a los niños, sino para tener acceso a ellos y cometer estos horrores inimaginables.
La maquinaria del abuso comenzó a funcionar apenas semanas después de iniciar su trabajo. Un miembro del personal de la guardería comunicó a la Policía que en agosto el criminal había estado a solas en los baños con uno de los niños, al que se refirieron en el tribunal como ‘niño D‘. La investigación posterior reveló que los agentes «encontraron su ADN en la ropa interior del menor», evidencia física demoledora que confirmaba la pesadilla que ningún padre debería vivir jamás.
Tras el arresto de este depredador, los investigadores «hallaron imágenes indecentes e incriminatorias de otro pequeño (‘niño T‘) en su teléfono», ampliando el horror de sus crímenes a al menos dos víctimas conocidas. Pero lo verdaderamente aterrador es pensar cuántos otros pequeños pudieron haber sido victimizados sin que nadie lo supiera.
La madre del ‘niño D‘ reveló ante el tribunal que su hijo había descrito a Waller como su «nuevo mejor amigo», evidenciando cómo este pedófilo utilizó sus «habilidades» para «ganarse su confianza y luego abusar de él» de la manera más cruel y calculada. El padre del pequeño declaró con el corazón destrozado que su hijo había «acumulado una colección de recuerdos que jamás le desearía a ningún ser humano», una frase que resume el infierno al que fue sometido un niño de apenas 3 años.
El testimonio desgarrador de una madre destrozada
«No podía creer lo que estaba oyendo. Quería haberlo oído mal o haberlo entendido mal. Él no sabía que lo que había pasado estaba mal, pero sabía que era diferente y quería compartirlo. Mi hijo es un niño amable y confiado, y este hombre se aprovechó de esa inocencia y abusó de ella», expresó la madre con palabras que difícilmente pueden leerse sin sentir rabia e impotencia.
El testimonio de la madre del ‘niño T‘ estremeció al juzgado: «Las cicatrices no son físicas, sino emocionales y psicológicas. Le quitó la inocencia a un niño de 3 años. Todos los días me preocupa que esto le afecte por el resto de su vida». Estas palabras contrastan brutalmente con la levedad de una condena de apenas 10 años tras las rejas.
Una sentencia que insulta a las víctimas
Lo que resulta absolutamente incomprensible es cómo el sistema judicial británico considera que 10 años de prisión más 5 de libertad condicional sea una pena adecuada para alguien que violó a un niño de 3 años y abusó de otro. Esta condena significa que Waller podría salir de prisión siendo todavía un hombre joven, con toda su vida por delante, mientras sus víctimas cargarán con el trauma perpetuo de haber sido violadas cuando apenas comenzaban a vivir.
La libertad condicional de 5 años adicionales resulta particularmente ofensiva. ¿Qué valor tiene supervisar a un violador de niños durante 5 años cuando ya destruyó vidas inocentes? ¿Acaso esos 5 años adicionales de «vigilancia» devolverán la inocencia robada a esos pequeños?
El caso causó conmoción en el centro infantil, cuyo nombre no se reveló por motivos legales. Las autoridades del establecimiento aseguran que contactaron a las fuerzas del orden «tan pronto como conocieron el incidente» y que están «enfrascados en fortalecer las políticas de seguridad y entrenamiento del personal», aunque estas medidas llegan demasiado tarde para las pequeñas víctimas.
Rebecca Millardship, representante de la Fiscalía, sentenció: «Este caso es una de las peores pesadillas imaginables para unos padres. Confiaron el cuidado de sus hijos pequeños a Waller, quien abusó de esa confianza de la forma más atroz a las pocas semanas de empezar a trabajar en la guardería». Sin embargo, estas palabras suenan vacías cuando el sistema que ella representa falló estrepitosamente en proteger a los más vulnerables con una sentencia que muchos consideran un insulto a la justicia.
Esta condena ridículamente blanda envía un mensaje aterrador a la sociedad: en el Reino Unido, puedes violar a un niño de 3 años y estar libre antes de cumplir 30 años. Una sentencia que deja más preguntas que respuestas sobre qué valor real le da el sistema judicial británico a la protección de los menores.