Prisión perpetua revisable pidió la fiscalía para el sujeto Ballardo Antonio Obando Tijerino, de 44 años, quien fue declarado culpable por haber asesinado de 18 machetazos a su pareja, María Auxiliadora Jiménez Hernández, de 28 años, en una comunidad de Santa Teresa, Carazo.
La declaratoria de culpabilidad fue hecha por la doctora Socorro López Pérez, Jueza del Distrito Especializado en Violencia Carazo, Circunscripción Oriental, luego de que Ballardo Obando expresó: “…quiero declararme culpable, le quité la vida a la madre de mis hijos, María Auxiliadora…”.
La fiscalía también acusó al detenido por el delito de lesiones graves en perjuicio de la señora Martha Lorena Hernández Sandino, de 49 años, quien resultó con heridas realizada con un machete corto, al tratar de defender a su hija.
Por el delito de lesiones graves, el representante del Ministerio Público, doctor Wilberth Ugarte Quintanilla, también solicitó seis años de prisión, adicionales a la prisión perpetua revisable.
En el libelo acusatorio se indica que la pareja tenía 11 años de convivir y durante la mayor parte de ese tiempo, el chontaleño Ballardo Obando Tijerino le dio maltrato a María Auxiliadora. Además, el atroz crimen lo cometió en presencia de su niño de nueve años y su niña de cinco años, uno de ellos discapacitado.
El acusado fue dejado en prisión preventiva por la jueza Socorro López quien programó la lectura de sentencia para el próximo 26 de abril.
Ballardo Antonio Obando Tijerino, asesinó a su cónyuge María Auxiliadora Jiménez en un camino de la comarca Calihuate, de Santa Teresa, Carazo, la mañana del Jueves Santo, cuando esta se dirigía con sus hijos en busca de atención médica a un centro de salud.
Dos de las heridas fueron hechas por el delincuente en las arterias carótida y yugular de la víctima, las cuales prácticamente la degollaron y le aceleraron su deceso.
El femicidio fue grabado en video con celulares por personas que vieron al hombre macheteando en el suelo a su víctima y a la madre de ella pidiendo auxilio, pero desafortunadamente nadie se atrevió a intervenir ni siquiera lanzando una piedra por temor a ser víctima del desgraciado.