Hace 38 años, los habitantes de Managua enfrentaron la mayor de las catástrofes que ha vivido el país, luego que un violento sismo de 6.2 grados en la escala abierta de Richter, destruyó la mayor parte de la capital, dejando bajo los escombros a miles de personas.
Previo a la tragedia, miles de personas encendían en sus casas los tradicionales arbolitos navideños repletos de adornos, el ambiente estaba inundado de villancicos y otros miles celebraban en bares, discotecas y restaurantes.
El primer aviso telúrico ocurrió después de las 9 de la noche del 22 de diciembre; luego se sintió otro a las 10 y 28; hasta que a los 30 minutos de comenzado el día 23, se reventaron las tres fallas geológicas que atraviesan la capital.
Según estudios especializados hubo tres terremotos y no uno, el primero a las 12:30, con una magnitud de 5.6 en la escala abierta de Richter y de 6.2 de magnitud en la onda superficial.
El segundo a la 1:18 que fue de 5 grados en la escala Richter y el tercero a las 1:20 de la madrugada que fue de 5.2 grados; cada uno suficientemente fuerte para acabar con el sesenta por ciento de las construcciones de Managua.
La mayor sacudida sorprendió a miles en sus camas, donde quedaron sepultados por los escombros, otros miles más fallecieron en el intento de salir de sus casas, y otros más se asfixiaron por el polvo.
Oficialmente el gobierno estimó la cifra de muertos en 10 mil, pero los medios de comunicación y fuentes médicas, calcularon más de 20 mil, la mayoría de los cuales fueron sepultados en una fosa común, al fondo del Cementerio General de Managua.
El terremoto acabó con barrios como El Águila, San Sebastián, Cristo del Rosario y Los Balcanes, donde miles de casas de adobe cayeron como castillos de arena, causando una nube de polvo que se puso de color rojo por el incendio de los mercados San Miguel y Oriental.
La tragedia marcó a todos, desde los habitantes de los barrios humildes hasta los que descansaban en las residencias más lujosas.
El sismo destruyó los negocios de las avenidas Roosevelt y Bolívar, de los que se mantuvieron en pie la Casa Cardenal, el Banco de América, el Banco Nacional y el Banco Central, mientras la cárcel El Hormiguero, se fue al suelo dejando atrapados a muchos presos, mientras que unos cuantos lograron salir.
En el sector de donde hoy es Plaza Inter, estaba ubicada la plazoleta conocida como la explanada de Tiscapa, en donde muchos de los huéspedes del Hotel Intercontinental, incluido el multimillonario gringo Howard Hughes, salieron corriendo para salvar sus vidas.
Pasados los primeros temblores, algunos encontraron la muerte a regresar al interior de sus casas, en busca de rescatar algo, como le ocurrió al actor René Blanco.
Otras tragedias se recuerdan con énfasis como la de una pareja que salió con vida de la más violenta sacudida y al llegar a visitar a su familia a la calle 27 de mayo, la casa les cayó encima en el Volkswagen en que llegaron.
Prostíbulos famosos como «La Conga Roja» y «El Cuarto Bate», que estaban ubicados cerca del Cine México, fueron la tumba de muchos visitantes calenturientos, especialmente de guardias somocistas que andaban de pase navideño.
En medio del desastre, la figura del arzobispo de Managua, hoy Cardenal Miguel Obando fue determinante, pues salió a las calles en medio del peligro para dar consuelo y confortar a los miles de feligreses, tal y como lo hizo después en la época de la guerra y ahora ayudando a salir de la pobreza a millares de nicaragüenses.
En esos momentos se anunció la muestra de solidaridad de los países hermanos, entre los que sobresalió Cuba, cuyo presidente, el Comandante Fidel Castro, envió una brigada de médicos con medicamentos, apenas poco después de la tragedia.
En un extremo de su irracional comportamiento con el pueblo, el tirano de turno Anastasio Somoza Debayle, instruyó a su Guardia Nacional matar a muchos que sacaban artículos de las tiendas y viviendas destruidas, para después quedarse con lo robado.
Mientras tanto, el hijo del dictador apodado «El Chigüin» dio inicio al saqueo institucional robándose la mayor parte de la ayuda que enviaron los países amigos para «los terremoteados».
Ahora a nuestros padres y abuelos solo les queda el recuerdo de los Night Club o centros nocturnos como: El Versalles, El Plaza, La Guaca, La Tortuga Morada, el Club Internacional, el Club Managua, y el Ron Ron,
También añoran cines como: El Principal, El Rosario, El Alameda, El Tropical, el Managua, Fénix, Luciérnaga, Darío, Trébol, Bóer y el cine Luz, en donde se lanzaban sus películas de Pedro Infante, Tito Guizar, Libertad La Marque, Sara García o el risible Cantinflas.
En el gusto y el olfato también quedaron los aromas de los tragos en bares como El Gambrinus, el Zanzíbar, el Jardín Central, el Salón Rigo, La Vieja Maldita, el bar Ya Ya, La Cumbancha, la Caja de Fósforo, Luz y Sombra, los Balcanes, la Tostadita, Chagüitillo, la cantina de Julio Iglesias o los taconazos de Chico Pelón, en el barrio Maldito, a dos cuadras al Oeste de donde fue la Cruz Roja
Todo, todo acabó con el terrible terremoto…lo único que nos ha quedado es el espíritu indomable del pueblo que continúa luchando, vanguardizado por el gobierno sandinista, para ir saliendo de la desgracia y la miseria en que nos dejaron los tres últimos gobiernos, respaldados por la oligarquía.