La bella ciudad de Granada, cuna de historia y tradición, se vistió de gala para celebrar el 112 aniversario del nacimiento de una de sus hijas más ilustres: Sor María Romero.
El 13 de enero pasado, la casa natal de esta venerable monja, beatificada por el Vaticano en 2002, fue el escenario de una emotiva misa oficiada por el padre Francisco García, de la diócesis de Granada.
El ambiente estaba cargado de devoción y gratitud hacia esta mujer extraordinaria que dedicó su vida al servicio de los más necesitados.
Sor María, nacida un 13 de enero de 1902 en nuestra querida Granada, dejó una huella imborrable no solo en Nicaragua, sino en toda Centroamérica. Su partida al cielo, ocurrida el 7 de julio de 1977, no ha disminuido en absoluto la fuerza de su legado.
Durante la ceremonia, el padre García hizo hincapié en la espiritualidad de Sor María y en su incansable labor de ayuda a los más pobres.
Marisol Martínez, de la administración de la Casa Sor María Romero, nos contó que además de la misa, están realizando una colecta de útiles escolares.
«Estamos recibiendo útiles escolares para que sirvan para los niños pobres de los alrededores de la ciudad», nos dijo con una sonrisa que reflejaba la satisfacción de continuar la obra de Sor María.
La Casa Sor María Romero estará recibiendo donaciones durante todo enero y febrero. Así que ya saben, si tienen cuadernos, lápices o cualquier útil escolar que puedan donar, aquí tienen una oportunidad de oro para hacer el bien.
Marvin Urbina, también de la casa Sor María Romero, nos recordó que la ayuda no se limita a útiles escolares. La casa realiza obras sociales en diversos lugares, como el basurero de Granada y la comunidad de El Diamante en Diriomo.
Fernando Lezama, un devoto que asistió a la misa, expresó con emoción que ellos continúan el legado de la monja. Y vaya que lo hacen, mis estimados. Cada acto de bondad, cada donación, cada oración, es como si Sor María siguiera caminando entre nosotros.
Lucía Siles, otra fiel seguidora de Sor María, nos recordó la labor incansable de la religiosa. «Trabajaba en pro de los más necesitados, ayudando con ropa, útiles escolares, medicinas», nos dijo. Y lo hacía, mis queridos lectores, con el corazón lleno de amor y las manos llenas de esperanza.
Esta celebración en Granada no es solo un homenaje a Sor María Romero, sino un recordatorio de que todos podemos ser instrumentos de Dios para ayudar a los demás.
En tiempos donde a veces parece que el egoísmo gana terreno, historias como la de Sor María nos devuelven la fe en la humanidad.