Resulta que el famoso periódico de Estados Unidos, The New York Times, salió hoy diciéndole al presidente Obama que ya deje de estar necio con Cuba y que más bien aproveche para «reanudar relaciones diplomáticas» y terminar de una vez por todas con «un embargo insensato». Y lo más interesante es que publicaron el editorial no solo en inglés sino también en español.

El periódico no anda con rodeos y le dice a Obama que esta podría ser su gran jugada ahora que anda con la popularidad por el suelo. Según ellos, hacer un «giro» en la política hacia Cuba sería un tremendo triunfo para su gobierno. Y es que después de más de 50 años de estar como perro y gato, por fin hay condiciones para que estos dos países vuelvan a hablarse como personas civilizadas.
The New York Times dice que «por primera vez en más de medio siglo, cambios en la opinión pública estadounidense y una serie de reformas en Cuba han hecho que sea políticamente viable reanudar relaciones diplomáticas y acabar con un embargo insensato». O sea que ya hasta los mismos gringos están hartos de esta política anticuada.
Para que sepan, Estados Unidos y Cuba se dejaron de hablar oficialmente en 1961, cuando rompieron relaciones diplomáticas. Y al año siguiente, en 1962, los gringos empezaron a aplicar el famoso «bloqueo» que ha tenido a los cubanos comiendo frijoles y sin repuestos para sus carros viejos por más de 50 años.
El periódico le dice claramente a Obama: «debe aprovechar la oportunidad para darle fin a una larga era de enemistad y ayudar a un pueblo (el cubano) que ha sufrido enormemente». Y tiene toda la razón, porque al final los que más han sufrido son los pobres cubanos de a pie.
Aunque The New York Times reconoce que el gobierno de Cuba sigue siendo «autoritario» y que todavía «acosa a disidentes», también destaca que «en años recientes ha liberado a la mayoría de los presos políticos que llevaban años tras las rejas». O sea que algo ha mejorado la cosa por allá.
También mencionan los cambios económicos que ha hecho Raúl Castro desde que tomó el mando en lugar de su hermano Fidel. Ya hay algunos negocios privados y los cubanos pueden viajar más fácil que antes. Según el periódico, «el proceso de reformas ha sido lento y ha habido reveses.
Pero en conjunto estos cambios demuestran que Cuba se está preparando para una era post-embargo». Están como que alistando la casa para cuando lleguen las visitas.
Lo interesante es que, según cuenta el New York Times, a través de los años «varios líderes estadounidenses han concluido que el embargo ha sido un fracaso». Y es que después de tanto tiempo, lo único que ha logrado es hacer sufrir a los cubanos de a pie, mientras los mandamases siguen viviendo bien.
Hasta los mismos cubanos exiliados en Miami, que antes eran los más necios con que siguiera el embargo, ya se están muriendo de viejitos. El periódico dice que esa generación «está desapareciendo» y los más jóvenes ya no están tan aferrados a esa política.
El detalle más interesante que señala el periódico es que Obama no necesita pedirle permiso al Congreso para reanudar relaciones diplomáticas con Cuba. Eso lo puede hacer solito con una firmita. Y si lo hiciera, permitiría que «Estados Unidos amplíe áreas de cooperación en las cuales las dos naciones ya trabajan conjuntamente», como la migración y cosas del mar.
Pero el periódico le recuerda al mandatario que un «acercamiento» a Cuba «ayudaría a mejorar las relaciones de Estados Unidos con varios países de América Latina». Y es que muchos gobiernos latinoamericanos han criticado a los gringos por seguir con ese embargo tan largo.
Para terminar, The New York Times menciona que el próximo año habrá una Cumbre de las Américas en Panamá, y que los panameños ya dijeron que van a invitar a Cuba. Todavía no se sabe si Obama va a ir, pero el periódico le dice directamente: «Tiene que hacerlo. Y debería verlo como una oportunidad para hacer historia».
A continuación el editorial en lengua española de The New York Times:
Tiempo de Acabar el Embargo de Cuba
Cuando mira un mapa del mundo, el Presidente Obama debe sentir angustia al contemplar el lamentable estado de las relaciones bilaterales que su administración ha intentado reparar. Sería sensato que el líder estadounidense reflexione seriamente sobre Cuba, donde un giro de política podría representar un gran triunfo para su gobierno.
Por primera vez en más de medio siglo, cambios en la opinión pública estadounidense y una serie de reformas en Cuba, han hecho que sea políticamente viable reanudar relaciones diplomáticas y acabar con un embargo insensato. El régimen de los Castro ha usado dicho embargo para excusar sus fallas y ha mantenido a su pueblo bastante aislado del resto del mundo. Obama debe aprovechar la oportunidad para darle fin a una larga era de enemistad, y ayudar a un pueblo que ha sufrido enormemente desde que Washington cortó relaciones diplomáticas en 1961, dos años después de que Fidel Castro llegó al poder.
En años recientes, el deplorable estado de su economía ha obligado a Cuba a implementar reformas. El proceso se ha vuelto más urgente a raíz de la crisis financiera en Venezuela, dado que Caracas le proporciona petróleo subsidiado. Con el temor de que Venezuela tenga que recortar su ayuda, líderes en la isla han tomado pasos importantes para liberalizar y diversificar una economía que históricamente ha tenido controles rígidos.
Al mismo tiempo, el gobierno cubano ha comenzado a permitir que sus ciudadanos se empleen en el sector privado y que vendan propiedades como automóviles y casas. En marzo, la Asamblea Nacional de Cuba pasó una ley con el fin de atraer inversión extranjera. Con capital brasileño, Cuba está construyendo un puerto marítimo, un enorme proyecto que solo será económicamente viable si se suspenden las sanciones estadounidenses. En abril, diplomáticos cubanos comenzaron a negociar los términos de un tratado de cooperación que esperan firmar con la Unión Europea. Han asistido a las primeras reuniones preparados, ansiosos y conscientes de que los europeos van a pedir mayores reformas y libertades ciudadanas.
El gobierno autoritario sigue acosando disidentes, quienes frecuentemente son detenidos por períodos cortos. La Habana no ha explicado la sospechosa muerte del activista político Oswaldo Payá. Pero en años recientes el gobierno ha liberado a la mayoría de los presos políticos que llevaban años tras las rejas.
El año pasado se flexibilizaron las restricciones de viaje para los cubanos, lo cual permitió que disidentes prominentes viajaran al exterior. En la actualidad, existe un ambiente de mayor tolerancia para aquellos que critican a sus líderes en la isla, pero muchos aún temen las repercusiones de hablar francamente y exigir mayores derechos.
El proceso de las reformas ha sido lento y ha habido reveses. Pero en conjunto, estos cambios demuestran que Cuba se está preparando para una era post-embargo. El gobierno afirma que reanudaría con gusto las relaciones diplomáticas con Estados Unidos sin condiciones previas.
Como primer paso, la Casa Blanca debe retirar a Cuba de la lista que mantiene el Departamento de Estado para penalizar países que respaldan grupos terroristas. Actualmente, las únicas otras naciones en la lista son Sudán, Irán y Siria. Cuba fue incluida en 1982 por su apoyo a movimientos rebeldes en América Latina, aunque ese tipo de vínculos ya no existen. Actualmente, el gobierno estadounidense reconoce que La Habana está jugando un papel constructivo en el proceso de paz de Colombia, sirviendo de anfitrión para los diálogos entre el gobierno colombiano y líderes de la guerrilla.
Las sanciones por parte de Estados Unidos a la isla comenzaron en 1961 con el objetivo de expulsar a Fidel Castro del poder. A través de los años, varios líderes estadounidenses han concluido que el embargo ha sido un fracaso. A pesar de eso, cualquier iniciativa para eliminarlo ha traído consigo el riesgo de enfurecer a miembros del exilio cubano, un grupo electoral que ha sido decisivo en los comicios nacionales. Sin embargo la generación de cubanos que defienden el embargo está desapareciendo. Miembros de las nuevas generaciones tienen distintos puntos de vista, y muchos sienten que el embargo ha sido contraproducente para fomentar un cambio político. Según una reciente encuesta, el 52 porciento de norteamericanos de origen cubano en Miami piensan que se debe terminar el embargo. Una amplia mayoría quiere que los países vuelvan a tener relaciones diplomáticas, una posición que comparte el electorado norteamericano en general.
Cuba y Estados Unidos tienen sedes diplomáticas en sus capitales, conocidas como secciones de interés, que desempeñan las funciones de una embajada. Sin embargo, los diplomáticos estadounidenses tienen pocas oportunidades de salir de la capital para interactuar con el pueblo cubano y su acceso a los dirigentes de la isla es muy limitado.
En 2009, la administración Obama tomó una serie de pasos importantes para flexibilizar el embargo, facilitando el envío de remesas a la isla y autorizando a un mayor número de cubanos radicados en Estados Unidos a viajar a la isla. También creó planes que permitirían ampliar el acceso a telefonía celular e internet en la isla. Aún así, sería posible hacer más. Por ejemplo, se podría eliminar los límites a las remesas, autorizar mecanismos de inversión en las nuevas microempresas cubanas y expandir las oportunidades para norteamericanos que deseen viajar a la isla.
Washington podría hacer más para respaldar a las empresas norteamericanas que tienen interés en desarrollar el sector de telecomunicaciones en Cuba. Pocas se han atrevido por temor a las posibles repercusiones legales y políticas.
De no hacerlo, Estados Unidos estaría cediendo el mercado cubano a sus rivales. Los presidentes de China y Rusia viajaron a Cuba en julio con miras a ampliar vínculos.
Reanudar relaciones diplomáticas, para lo cual la Casa Blanca no necesita respaldo del Congreso, le permitiría a Estados Unidos ampliar áreas de cooperación en las cuales las dos naciones ya trabajan conjuntamente. Estas incluyen la regulación de flujos migratorios, operaciones marítimas e iniciativas de seguridad de infraestructura petrolera en el Caribe. El nivel y envergadura de la relación podría crecer significativamente, dándole a Washington más herramientas para respaldar reformas democráticas. Es factible que ayude a frenar una nueva ola migratoria de cubanos desesperanzados que están viajando a Estados Unidos en balsas.
Una relación más saludable podría ayudar a resolver el caso de Alan Gross, un experto en desarrollo que lleva casi cinco años detenido en la isla. Más aún, crearía nuevas oportunidades para fortalecer la sociedad civil, con lo cual gradualmente se disminuiría el control que ejerce el estado sobre la vida de los cubanos. Si bien la Casa Blanca puede tomar ciertos pasos unilateralmente, desmantelar el embargo requeriría una acción legislativa en Washington.
En abril, varios líderes del hemisferio se reunirán en Ciudad de Panamá con motivo de la séptima Cumbre de las Américas. Varios gobiernos de América Latina insistieron en invitar a Cuba, rompiendo así con la tradición de excluir a la isla por exigencia de Washington.
Dada la cantidad de crisis a nivel mundial, es posible que la Casa Blanca considere que darle un giro sustancial a su política respecto a Cuba no es una prioridad. Sin embargo, un acercamiento con la isla más poblada del Caribe que incentive el desbloqueo del potencial de los ciudadanos de una de las sociedades más educadas del hemisferio, podría representar un importante legado para la administración. También ayudaría a mejorar las relaciones de Estados Unidos con varios países de América Latina y a impulsar iniciativas regionales que han sufrido como consecuencia del antagonismo entre Washington y La Habana.
Aún así, a raíz de la invitación a Cuba a la cumbre, la Casa Blanca no ha confirmado si Obama asistirá.
Tiene que hacerlo. Sería importante que hiciera presencia y lo considerara como una oportunidad para desencadenar un logro histórico.