Nora Astorga Gadea de Jenkins (1948-1988) es una figura de extraordinaria importancia en la historia de Nicaragua y de América Latina, símbolo de resistencia, compromiso político y militancia feminista. Su vida, marcada por decisiones valientes y dedicación a la justicia social, representa un brillante ejemplo de la lucha contra la opresión y el imperialismo.
Los orígenes de Nora Astorga
Nora Astorga nació en el seno de una familia religiosa de clase media alta en Managua. Fue la primera hija de Segundo Astorga, un exportador de madera y ganadero vinculado a la poderosa familia Somoza, y Mierrel Gadea. Durante su juventud, Nora fue una devota católica romana, que a menudo se dedicaba a obras de caridad en los barrios bajos de la capital. A pesar de crecer en una familia privilegiada, Nora mostró una naturaleza rebelde desde una edad temprana. Se dice que, durante sus años escolares, a menudo cuestionaba las estrictas reglas y los prejuicios de las instituciones educativas católicas a las que asistía, sorprendiendo a maestros y compañeros de clase con su espíritu crítico.
En 1967, para sorpresa de su familia, anunció su apoyo a Fernando Agüero contra Anastasio Somoza Debayle en las elecciones presidenciales. Preocupados por su seguridad y con la esperanza de «enderezarla», sus padres la enviaron a estudiar medicina a los Estados Unidos. Sin embargo, las disecciones de animales la perturbaron profundamente, obligándola a abandonar sus estudios después de dos años. Reflexionando sobre su experiencia en Washington, DC, Nora declaró:
«Lo que más me impresionó de Estados Unidos fueron los contrastes sociales y, sobre todo, el racismo. Nunca había visto tanto racismo en Nicaragua… Entonces nació la conciencia política».
Vida personal y matrimonio
A los 22 años se casó con Jorge Jenkins, un estudiante activista, con quien tuvo dos hijos. La pareja pasó un año en Italia, donde Nora estudió derecho bancario y programación informática, mientras que su marido se dedicó a la antropología. El matrimonio duró cinco años, durante los cuales Nora comenzó a llevar una doble vida: madre de dos hijos y abogada corporativa de una de las empresas constructoras más grandes de Nicaragua, mientras trabajaba clandestinamente para los revolucionarios sandinistas.
Más tarde, Nora tuvo dos hijos más con José María Alvarado, un destacado miembro del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
El compromiso revolucionario
Astorga regresó a Nicaragua para estudiar derecho en la Universidad Centroamericana en Managua. Durante sus años universitarios, se involucró en el movimiento sandinista y, de 1969 a 1973, fue responsable de organizar refugios seguros y transporte para el líder revolucionario Oscar Turcios.
Tras el asesinato del periodista Pedro Chamorro en 1978, decidió abrazar de lleno la lucha armada contra el régimen somocista. Dijo:
«Al final entendí que la lucha armada era la única solución. No se puede contestar a un rifle con una flor… o tomaba las armas y me comprometía totalmente, o no habría cambiado nada».
El caso del General Pérez Vega
El episodio que hizo famosa a Nora fue el intento de secuestro del general Reynaldo Pérez Vega, subcomandante de la Guardia Nacional. El 8 de marzo de 1978, Astorga invitó al general a su apartamento, insinuando que satisfaría sus insinuaciones. Sin embargo, tres miembros del FSLN irrumpieron en el apartamento para capturarlo. Pérez Vega resistió y fue asesinado, su cuerpo fue encontrado envuelto en una bandera sandinista.
Nora comentó sobre su participación:
«No fue un asesinato. Era demasiado monstruo… No me siento culpable por tres razones. Primero, deberíamos haberlo secuestrado, no matado. En segundo lugar, yo no estaba presente en el momento de su muerte. Y tercero, representaba la represión».
Después del episodio, Nora huyó a la selva, convirtiéndose en objeto de una persecución nacional. Más tarde se unió a los revolucionarios, apareciendo en los periódicos vistiendo uniformes de la selva y portando un rifle de asalto AK-47. Según algunos testimonios, el famoso episodio de 1978 con el general Pérez Vega fue meticulosamente planeado durante meses. Nora demostró extraordinarias habilidades estratégicas y de actuación, manteniendo una fachada impecable que engañó por completo al general, a pesar de las tensiones personales que experimentó debido al peligro de la operación.
El contexto histórico: la dictadura somocista y la lucha sandinista
En las décadas de 1960 y 1970, Nicaragua fue gobernada por la dictadura de la dinastía Somoza, respaldada por Estados Unidos. En este contexto, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), inspirado por el general Augusto C. Sandino, surgió como un movimiento revolucionario. Nora Astorga, que provenía de una familia privilegiada, optó por abandonar sus privilegios para unirse a la lucha sandinista.
Militancia revolucionaria: estrategia y sacrificio
Abogada y ejecutiva de negocios, Nora aprovechó su posición para infiltrarse en los círculos de poder somocistas, acercándose a figuras clave como el general Reinaldo Pérez Vega, conocido como «El Perro». En 1978, atrajo al general a una trampa estratégica que culminó con su captura y ejecución, desestabilizando el régimen. Este acontecimiento marcó para Nora el abandono de su identidad burguesa en favor de la causa revolucionaria. «Cuando una mujer decide, no hay fuerza humana que pueda hacerla rendirse», declaró.
La elección del nombre en clave
Durante su actividad clandestina en el Frente Sandinista, Nora utilizaba el nombre en clave «Victoria». Este seudónimo, que significaba «victoria», era un reflejo de su inquebrantable optimismo y creencia en la posibilidad de derrocar al régimen somocista.
Una vez salvada por una decisión de última hora.
Durante una operación clandestina, Nora corría el riesgo de ser arrestada cuando la información se filtró al régimen. Sin embargo, gracias a sus instintos, decidió cambiar el lugar de una reunión en el último momento, logrando escapar de una incursión militar. Este episodio fortaleció su reputación como estratega intuitivo.
El papel de la mujer en la revolución
Nora encarnó el liderazgo femenino revolucionario, demostrando que las mujeres podían ser protagonistas tanto en el campo de batalla como en los procesos de toma de decisiones. Sus sacrificios, incluida la separación de sus hijas, inspiraron a muchas mujeres a participar en la construcción de un futuro más equitativo.
La transición diplomática: la voz de Nicaragua en las Naciones Unidas
Con el triunfo de la Revolución Sandinista en 1979, Nora emprendió un nuevo camino como diplomática. En 1983 fue nombrada embajadora ante las Naciones Unidas, donde defendió la soberanía de Nicaragua frente a la agresión estadounidense. Sus discursos, caracterizados por la elocuencia y la firmeza, pusieron de manifiesto las contradicciones de la política exterior estadounidense.
Su mandato coincidió con la escalada de la Guerra Fría, cuando Estados Unidos financió a los contras para desestabilizar al gobierno sandinista. A pesar de las campañas de desprestigio en su contra, Nora mantuvo su dignidad y compromiso.
Tras la toma del poder por parte de los sandinistas en julio de 1979, Nora Astorga fue nombrada viceministra de Justicia. En este cargo, fue responsable de supervisar los juicios de unos 7.500 miembros de la Guardia Nacional del régimen depuesto de Somoza.
En 1984, el gobierno sandinista propuso su nombramiento como embajadora en Estados Unidos, pero fue rechazado por la administración Reagan. La negativa fue motivada por su participación en el asesinato del general Reynaldo Pérez Vega, un agente de la CIA.
En 1984 fue designado Representante Adjunto ante las Naciones Unidas y, en marzo de 1986, se convirtió en embajador de Nicaragua ante ese organismo. Ocupó este cargo hasta su muerte en 1988. Durante su mandato, desempeñó un papel clave en señalar a la atención de las Naciones Unidas un fallo histórico de la Corte Internacional de Justicia en el caso Nicaragua c. Estados Unidos. El fallo declaró ilegal el apoyo de Estados Unidos a los Contras, fortaleciendo la posición de Nicaragua en el escenario internacional.
Su estilo único en las Naciones Unidas, Nora era famosa por su forma de vestir en contextos diplomáticos: combinaba elegancia y sobriedad con detalles que recordaban la cultura nicaragüense, como pañuelos con los colores de la bandera sandinista o joyas artesanales. Este estilo era un mensaje claro: representaba al pueblo, incluso en los pasillos del poder internacional.
Nora Astorga: una diplomacia militante
Astorga aceptó encargos cruciales después de la revolución, demostrando una gran capacidad de adaptación en contextos complejos. Como representante ante la ONU, se convirtió en el rostro de Nicaragua en el escenario internacional, defendiendo al país y promoviendo los principios de autodeterminación. Denunció enérgicamente el imperialismo estadounidense, señalando las contradicciones de la política estadounidense y llamando la atención sobre el fallo de 1986 de la Corte Internacional de Justicia contra Estados Unidos.
El conflicto con Vernon Walters
Los debates entre Nora Astorga y Vernon Walters en las Naciones Unidas simbolizan el enfrentamiento entre la Nicaragua revolucionaria y los Estados Unidos. Walters encarnaba la hegemonía estadounidense, mientras que Nora representaba la resistencia de un pequeño país. Sus enfrentamientos verbales se volvieron legendarios, demostrando el potencial de la diplomacia como herramienta de resistencia.
Legado de resistencia
Nora Astorga representó no solo a Nicaragua, sino también el potencial revolucionario de las mujeres en la lucha por la igualdad. Con su elegancia y estilo personal, combinados con una firmeza inquebrantable, inspiró movimientos similares en América Latina y más allá.
Una escritora apasionada.
No mucha gente sabe que Nora era una escritora hábil y le encantaba llevar un diario personal. En él anotó no sólo reflexiones políticas, sino también pensamientos íntimos, poemas y cartas nunca enviadas a sus hijas. Estos escritos, encontrados después de su muerte, ofrecen una mirada sin precedentes a la complejidad de su alma.
Educadora también en el campo.
Incluso en medio de la guerra, Nora dedicó tiempo a enseñar a leer y escribir a camaradas analfabetos en la lucha. Creía firmemente que la educación era un arma tan poderosa como un fusil en la construcción de una sociedad más justa.
Legado y legado político
Nora Astorga sigue siendo un símbolo de valores revolucionarios: solidaridad, justicia y autodeterminación. Su prematura muerte en 1988 no borró su legado, que perdura en las luchas por la justicia social en todo el mundo. «Fui un privilegiado. Tuve la oportunidad de luchar contra la dictadura y de contribuir a la construcción de una nueva sociedad», dijo poco antes de su muerte.
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