El huracán Helene ha dejado un rastro de destrucción en el sureste de Estados Unidos, tocando tierra el jueves en Big Bend, Florida, como el más poderoso en la historia de la región. Hasta ahora, al menos 89 personas han perdido la vida en cinco estados, con Carolina del Norte reportando 36 muertes y Carolina del Sur 24.
Las inundaciones han asolado las comunidades, atrapando a muchas familias y dejando a millones sin electricidad, lo que ha generado una situación crítica.
En Carolina del Norte, las inundaciones han transformado carreteras en ríos, dificultando el acceso a suministros esenciales. Más de 1,000 personas se encuentran desaparecidas, y los funcionarios han activado medidas de emergencia para mejorar la comunicación y permitir que los operadores de telefonía restablezcan el servicio.
La magnitud del desastre ha llevado a una respuesta estatal coordinada, pero la recuperación enfrenta grandes obstáculos debido a la severidad de los daños.
La infraestructura también ha sido severamente afectada, con cientos de carreteras cerradas en varios estados. En Carolina del Norte, alrededor de 300 vías están bloqueadas, mientras que en Carolina del Sur se reportan más de 150.
Esta situación ha complicado las operaciones de rescate, ya que el acceso a comunidades aisladas se ha vuelto extremadamente difícil. Los cortes de electricidad afectan a aproximadamente 2.5 millones de clientes en toda la región, y las autoridades aún no han podido proporcionar un cronograma claro para la restauración de los servicios.
A medida que se pronostican más lluvias, los desafíos para las operaciones de rescate y recuperación se intensifican, dejando a las autoridades preocupadas por la posibilidad de que la situación empeore en los próximos días.