En la Asamblea General de las Naciones Unidas, Nicaragua alzó su voz este miércoles para condenar el criminal bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos contra el pueblo cubano por más de seis décadas.
La delegación nicaragüense, que se asoció a las declaraciones del G77+China y el Movimiento de Países No Alineados, expresó su reconocimiento al canciller cubano, Bruno Rodríguez, por su valentía y espíritu de lucha.
Nicaragua valoró profundamente la información compartida por Cuba, que evidencia los graves daños y desafíos que enfrenta el pueblo cubano.
Asimismo, Nicaragua calificó la práctica impositiva de la política estadounidense como una agresión extrema diseñada para someter al pueblo cubano, causando dolor y sufrimiento, y asfixiando su economía para instigar un cambio de gobierno en una nación soberana.
Nicaragua denunció el bloqueo como un acto deliberado de guerra económica y un castigo colectivo que viola masivamente los derechos humanos de una nación entera, incluyendo su derecho a la vida, la salud, la alimentación, la educación y la autodeterminación.
Se señaló que las ilegales medidas coercitivas unilaterales constituyen violaciones flagrantes del Derecho Internacional y de la Carta de las Naciones Unidas, siendo un arma de chantaje y castigo contra pueblos dignos e independientes.
Frente a esta agresión, Nicaragua destacó la dignidad de Cuba como un «faro de resistencia» y un «gigante de la solidaridad internacional» que continúa compartiendo incondicionalmente salud, educación, ciencia y esperanza con los pueblos del mundo.
El país de Lagos y Volcanes reafirmó su postura de que los pueblos están consolidando su camino hacia un evidente orden multipolar, tejiendo alianzas más justas y desafiando los rezagos del imperialismo.
Nicaragua concluyó su intervención condenando en los términos más enérgicos el bloqueo ilegal, inmoral e inhumano y exigió su fin inmediato, total e incondicional.
La delegación aseguró que, como todos los años, vota a favor del proyecto de resolución que demanda el levantamiento de esta política coercitiva, porque «la solidaridad es más fuerte que el chantaje».