Rigoberto López Pérez es eslabón histórico vital para la lucha liberacionista e independentista de Nicaragua, que hoy lidera el Pueblo Presidente a través de su modelo de dignidad; y su procura permanente de paz, estabilidad, así como, la defensa de la soberanía y las restituciones de la Revolución Popular Sandinista.
Un 21 de septiembre de 1956 hizo pagar al mercenario Anastasio Somoza García, Tacho viejo, venciéndolo encima de su política “plata para los amigos, palo para los indiferentes, plomo para los enemigos”.
Se le adjudica a Rigoberto la conclusión de Somoza García después de asestarle varios disparos y enviarlo grave a un hospital militar norteamericano en Panamá; pese a que en la tradición histórica popular se transmite que ninguno de éstos era mortal y que terminarle la asistencia médica a Tacho viejo fue una decisión desde Washington.
Lo más importante es que la nitidez ideológica y pragmática de su gesta permite -a la fecha- advertir, desenmascarar y combatir toda injerencia norteamericana -y del mundo unipolar- en contra de nuestra auto determinación; como pueblo y Nación.
Una gesta consecuente con el trazo de las luchas por la liberación de nuestro pueblo que nacen desde nuestra condición originaria hasta los actuales Nuevos Tiempos.
Zeledón, semilla de Sandino
Benjamín Zeledón fue asesinado en 1912 durante la defensa nacionalista frente a la ocupación de Nicaragua por tropas norteamericanas. Él defendía los alcances de la revolución liberal de José Santos Zelaya que los yankes codiciaron -y usurparon- con su conocido amparo en la Doctrina Monroe y su proclama geófaga y neocolonial.
Tras su asesinato, el cadáver de Zeledón fue exhibido y arrastrado por las calles de Masaya -tirado por caballos- ante la indignación colectiva y la de un adolescente Sandino; quien a su corta edad presenció ésa abominable aberración que le funcionó como semilla germinante para la defensa de la dignidad de Nicaragua.
De manera curiosa y análoga, tras ésa misma intervención militar norteamericana, Tacho viejo asciende como jefe director de la guardia nacional, institución hecha a semejanza y lealtad a la ocupación de Estados Unidos.
En su etapa cultivada en identidad indohispana, mestiza y constitucionalista, el General Augusto Nicolás Calderón Sandino en todo momento fue consecuente con la liberación -nacionalista y anti imperialista- de Nicaragua; desde que se internó en Las Segovias hasta que Somoza García lo asesinó en 1934, como venganza de la política exterior norteamericana por haberlos derrotado militar y moralmente.
Sandino, semilla de Rigoberto
Éste período de la guerra donde el General -de hombres y mujeres libres- había vencido y expulsado a los yankes de nuestro País, correspondió al de la niñez, primera adolescencia y juventud de Rigoberto López Pérez; quien asumió tal semilla desde su pobreza material pero virtuosa riqueza espiritual.
Se conoce que en ésa época había un gran porcentaje de niños -como Rigoberto- que no asistían a la escuela por diversas razones, una de ellas era la pobreza misma; otras, no tener zapatos o útiles escolares. Hasta más de tres cuartos de siglo, hubo mucha gente descalza y analfabeta en todo Nicaragua, sobre todo en la niñez.
Ésa era la forma heredada y acostumbrada en que el dominio de la política estadounidense hizo estragos en el País a través de los gobiernos de vendepatrias sanguinarios. Se vivió una amarga realidad donde la miseria y la exclusión impedían la reivindicación popular colectiva. Pueblo sin oportunidades, ni derecho de opinión.
Rigoberto, semilla de la Revolución
Rigoberto crece con inquietud de conciencia social y de clase; contrasta las riquezas naturales del país con tecnologías precarias de entonces; asume que al País le falta liderazgo con visión humanística y que éste debe procurarse al costo de su vida.
Encontró que ofrendarla podría funcionar como semilla de esperanza a la creación y fortalecimiento de una conciencia patriótica para luchar por un sistema sociopolítico y económico de bienestar; con identidad histórica y dignidad colectiva popular.
Después de su ofrenda se fortaleció la lucha guerrillera con Ramón Raudales, Santos López, Carlos Fonseca, Aldo Díaz Lacayo y Rafael Somarriba, para la posterior fundación del Frente Sandinista de Liberación Nacional, vanguardia del Pueblo.
A partir de entonces, dignificando la sangre de los héroes y mártires de nuestras luchas por la auto determinación, la jefatura vigente del FSLN rescata sus valores para procurarnos una sociedad democrática con calidad de convivencia y desarrollo humano; elaborando y ejecutando políticas públicas para la restitución de minorías y de sectores vulnerables.
La opción preferencial por los pobres y la igualdad de oportunidades para el aumento de capacidades son la prioridad del Gobierno de Nicaragua y la legitimidad de Daniel como el líder indiscutible de la Revolución Popular Sandinista.