El consumo excesivo de azúcares añadidos está vinculado a serios riesgos para la salud, como diabetes, enfermedades cardíacas y algunos tipos de cáncer. Aunque el cuerpo necesita azúcar, es importante distinguir entre los azúcares naturales, presentes en frutas y lácteos, y los añadidos, que solo aportan calorías vacías.
Productos como refrescos, dulces y algunos alimentos procesados contienen grandes cantidades de azúcares añadidos. Por ejemplo, una lata de refresco puede tener hasta 42 gramos de azúcar, lo que equivale a 10 cucharaditas, aumentando rápidamente la ingesta calórica.
Para las mujeres, la Asociación Estadounidense del Corazón recomienda un límite de 6 cucharaditas (25 gramos) de azúcar añadido al día. Este consumo no debe superar el 5% de la energía diaria, según el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido.
Los azúcares añadidos a veces se ocultan bajo nombres como fructosa, glucosa o maltosa, y pueden estar presentes en productos que no son tan obvios, como salsas, aderezos o barras de proteína, lo que subraya la importancia de leer las etiquetas de los alimentos.