Hace 10 años, el multimillonario Jeffrey Epstein fue acusado de abusar sexualmente a docenas de niñas, pero después de un acuerdo secreto con la fiscalía apenas visitó la prisión.
Epstein contrató, a través de reclutadoras, adolescentes necesitadas económicamente para que le hicieran «masajes», a quienes después abusaba sexualmente y les pagaba entre 200- 300 dólares.
El abusador habita en Palm Beach, es un adinerado financista que se codea con la élite económica y política estadounidense y según se conoció hizo un trato secreto con el entonces fiscal federal Alexander Acosta sin que las víctimas fueran informadas.
Ahora el fiscal que le ayudó a no ir a la cárcel, ahora es secretario de Trabajo de Donald Trump, y muchos han pedido su renuncia.
El acuerdo de «no-judicialización», de 2008, determinó que el multimillonario, que entonces tenía 54 años, se declarara culpable solo de dos cargos de prostitución y pasara 13 meses en una prisión del condado.
Epstein pasó casi toda su condena fuera de su celda, en su oficina de Palm Beach, debido a «privilegios laborales» que obtuvo a pesar de ser un depredador sexual.
Tras un proceso separado que llegó a tribunales esta semana, el caso volvió a la luz. En él, Epstein demandaba al abogado Bradley Edwards, quien representa a varias de las supuestas víctimas del millonario, por conducta indebida.
El asunto se resolvió el martes con un acuerdo, y las víctimas, una vez más, no tuvieron oportunidad de ser escuchadas en un tribunal.