El destino eventual de cada planeta es el enfriamiento tras la estabilización de su órbita y la disminución de la intensidad de los procesos tectónicos. Pero la presencia de un planeta compañero ayudaría a eludirlo.
Con la edad, la capacidad de un planeta de generar calor disminuye. Es un proceso natural que siguen todos los planetas. Pero para la humanidad este hecho genera un problema a largo plazo: el inevitable enfriamiento de todo planeta que habitamos condena nuestra especie a trasladarse regularmente en búsqueda de nuevos mundos habitables.
Sin embargo existe una solución: el denominado proceso de calentamiento por marea. Los científicos de las universidades de Washington y de Arizona han descubierto que la combinación de la atracción gravitacional de la estrella anfitriona y de un planeta compañero exterior podría ‘calentar’ un planeta, aunque sea ‘viejo’, informa el sitio web ‘Europa Press’.
Cuando el planeta está más cerca de la estrella, el campo gravitatorio más fuerte lo deforma, pero cuando está más lejos la gravitación es más débil y el planeta se relaja en una forma más esférica, explicó uno de los autores del descubrimiento, el astrónomo Rory Barnes. «Esta flexión constante hace que las capas en el interior del planeta se rocen entre sí, produciendo un calor de fricción», afirmó el científico.
El problema es que con el tiempo la órbita se estabiliza, y la flexión se detiene, lo que lleva el enfriamiento del planeta. Un planeta compañero presente en el mismo sistema solar podría seguir desestabilizando la órbita del planeta en cuestión. En teoría, la combinación de la tectónica propia y del calentamiento por marea podría prolongar enormemente el período habitable del planeta. Entonces, si la humanidad quiere expandirse por el espacio, debería no solo buscar exoplanetas, sino también sus compañeros.