La selva tropical del Amazonas y el desierto del Sahara son polos opuestos: El primero es “el pulmón de la tierra” y también la “farmacia del planeta” y el otro el desierto más grande del mundo, con condiciones inhóspitas para la vida.
Sin embargo, el Sahara es indispensable para que el Amazonas pueda llenar la biósfera de oxígeno y diversidad.
Científicos de la NASA han utilizado el satélite Calipso para mostrar un fenómeno que ya era conocido, la distribución de polvo del desierto del Sahara que viaja al Amazonas en corrientes atmosféricas hacia el Amazonas.
Masivas nubes de cerca de 182 toneladas de polvo se generan en la depresión Bodélé localizada al noroeste del Lago Chad cada año –esto es el equivalente a 690 mil camiones llenos de polvo.
Este polvo mineral está compuesto de microorganismos que contienen fósforo, un nutriente vital para el crecimiento de las plantas. Se calcula que alrededor de 27 millones de toneladas de polvo viajan todos los años al Amazonas depositando cerca de 22 mil toneladas de vital fósforo en la selva.
Este proceso es parte de una compleja autorregulación planetaria, cuando disminuye la lluvia en la región del Sahel el siguiente año aumenta la distribución de polvo y viceversa La interdependencia del ecosistema queda plasmada en un círculo vital, ya que la selva tropical del Amazonas, a su vez, es la fuente primaria de partículas de aerosol y afecta de manera preponderante los ciclos biogeoquímicos, incluyendo el del carbón, de esta forma manteniendo una atmósfera capaz de sustentar la vida.
Fuente: Agencias