En Japón, país que cuenta actualmente con casi de 33 millones de personas mayores de 65 años, una empresa creó a Smiby un robot deseoso de mimos que demanda constantemente la atención de su «progenitor».
El robótico bebé, que mide 44 centímetros de largo, pesa 1.2 kilos y es de plástico y silicio, está especialmente diseñado para reaccionar cuando sus «padres» lo acunan, gracias a un sensor.
Vestido con un moño blanco aterciopelado coronado con un cordón rosa y dos suaves pompones, Smiby está programado para reír cuando lo cogen y sonrojar sus mejillas cuando está contento.
Si se le balancea con violencia o se queda demasiado tiempo solo, el pequeño romperá a llorar como un bebé tornando sus negros ojos en color azul a modo de lágrimas. Sin embargo si tras un largo período de tiempo nadie acude a atenderlo, este bebé se duerme solo.
Su inventor es el profesor Masayoshi Kanoh, de la Universidad Chukyo de Nagoya, quien asegura «Hemos desarrollado un robot que no sabe hacer nada, para ofrecerles a los mayores un ambiente en el que tengan un objetivo vital, porque tienen que cuidar a su robot».
Este juguete cuesta 68,000 yenes (unos 650 dólares) y es capaz de emitir 500 tipos de voces y sonidos dependiendo de la situación, reproduciendo sonidos de niños de un año que los desarrolladores grabaron durante seis meses.