¿Ofender a Michelle Obama es “libertad de expresión”?

I

Contrario al Proverbio de Dios, no toda palabra dicha en nombre de la libertad de expresión es inmaculada: “Hay generación que se cree limpia en su propia opinión… cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos, para devorar a los pobres de la tierra, y a los menesterosos de entre los hombres”. (Prov.30:5,12, 14).

Cada aniversario del 25 de febrero de 1990, representantes de la derecha conservadora, con exfuncionarios del gobierno Chamorro, se presentan como los adalides de la libertad de expresión, pero en una sola dirección de complacencia ideológica y otras coincidencias en el camino.

La desaparición del diario Barricada; la agonía de medios que no se correspondían con el discurso antisandinista; la sacada del aire del Canal 6, dejando además en el aire a las cabezas de familia que ahí laboraban; los frustrados intentos de ahogar económicamente al periódico del recordado ingeniero Xavier Chamorro Cardenal, El Nuevo Diario, por no plegarse al régimen de su familia en el poder, y la discriminación que sufrió La Primerísima, entre otros, es la historia real de esa “legendaria defensa de la libertad irrestricta de expresión”.

El superministro de moda, molesto por las preguntas de un periodista de END, le “reveló” que llamaría a uno de los caballos de su escuadra “Reportero”. ¡Ah, nuestra democracia!

Entonces no hubo un solo comunicado de denuncia de la SIP, que solo vela, ahí están las pruebas, de la “libertad de prensa” de sus socios; libertad que algunos ocupan para promover el odio e incitar incluso a la violencia.

Sin embargo, la libertad de expresión, relacionada con la de prensa, no es una categoría de la divinidad, por tanto ni es absoluta ni es infalible.

II

Rodner Figueroa es de origen venezolano y opuesto públicamente a la Revolución Bolivariana. Su lamentable comentario sobre Michelle Obama lo termina de convertir en el prototipo del individuo para quien todo lo que suene a izquierda, centro e incluso a tendencia liberal, es perseguible de oficio.

Así, cuando este Figueroa e ídem llega a divulgar por las redes sociales, como si criticara la nueva crema facial de Beyoncé: “Ya basta de Que El Gobierno de Venezuela síguenos asesinando a Niños ya Estudiantes #YoNoSoyIndiferente #ArtistasPorVzla”, cualquier cosa puede esperarse.

El ex empleado de Univisión dándoselas de “graciosito”, terminó mal. Su estúpido ataque hacia la inteligente Michelle tiene de fondo la repugnancia a los que no piensan como él, ni son como él, y donde racismo e intolerancia constituyen las fuerzas íntimas que retroceden a estos seres casi siempre hacia la ultra derecha.

III

El entonces candidato presidencial de los Estados Unidos, Barack Obama, fue maltratado por la “prensa independiente”, tan “independiente” que acuñaron la aliteración Obama-Osama, entre los ataques más decentes que sufrió.

Quienes se autoproclaman “defensores” de la “libertad de expresión”, son los que más lesionan el derecho de los otros de estar, dice el lugar común, verazmente informados.

Pero los hechos no importan, sino los deshechos que se publicarán de los mismos, y la audiencia de buena fe se tragará hasta la última tilde de cada agresión a la realidad.

IV

Figueroa hizo apología a la discriminación. ¿Se puede esgrimir que la Casa Blanca, después de pedir explicaciones a la cadena y la posterior salida del fashionista, coarta la tan llevada y traída “libertad de expresión”?

Estamos ante un concepto muy gaseoso. Se le enarbola como si fuera el primero de los 10 Mandamientos, se celebran foros y simposios en su nombre, y los dueños de la prensa hasta ofician misa: es la más alta de las “conquistas de la humanidad”, un “derecho inalienable…”

Tan hermosas abstracciones, condimentadas con “los valores de la democracia”, en la mayoría de los casos solo toman el horrible cuerpo de los intereses del consorcio. De ahí a ningunear, hundir o elevar a x persona o movimiento, queda en dependencia de cómo el sujeto afecta, beneficia o se alinea al grupo mediático, su red y sus diversas ventajas, no solo políticas.

V

Llegar a decir que el “Gobierno de Venezuela asesina a niños y estudiantes” es una irresponsabilidad mayúscula, porque se pretende reproducir una opinión en estado de descomposición para pudrir la imagen de un país y de su gobierno legítimamente electo. ¿Mandar a matar niños?

En una época en que se ha utilizado el periodismo para lavar desinformaciones, manipulaciones, falacias e infamias y devolverlas a través del mercado mediático –el presidente Barack Obama así llama a estos negocios–, como “noticias”, “reportajes”, “acontecimientos”, “verdades”, resulta una hipocresía hablar de “libertad de expresión”.

VI

La libertad de expresión no consiste en que cuatro individuos que aborrecen a alguien descarguen todo su veneno en letra de molde, y que otro más se encargue de dorar la píldora para aparentar “objetividad”.

Sin pretender arreglar una definición de la libertad de expresión, el presidente Obama reprodujo un diálogo entre el senador Patrick Moynihan (1927-2003) y su contrincante, al final de un debate. Resulta clave para comprender su ejercicio y sus límites.

El colega del senador de Nueva York ,“viendo que llevaba las de perder”, le dijo:

–Bien, puedes que no estés de acuerdo conmigo, Pat, pero tengo derecho a tener mi propia opinión.

A lo cual, Moynihan replicó con frialdad:

—Tienes derecho a tener tu opinión, pero no tienes derecho a tener tus propios hechos.

**Edwin Sánchez

Si te gustó, comparte

Más Noticias