En Nicaragua la población vive la realidad del desarrollo revolucionaria del país, de la democratización de la economía, de la modernización de los sistemas de salud y de educación, de la transformación de infraestructura y una dinámica reafirmación de la cultura, la identidad y la dignidad nacional. Sin embargo, en el exterior y en la misma región, estas tremendas victorias socio-económicas son prácticamente invisibles en los medios de información. Puede ser instructivo mirar esta realidad de manera detenida.
En una reciente entrevista, el compañero Ministro Iván Acosta observó que Nicaragua “es uno de los Países que más creció, crecimos en los años de la pandemia 8.3% combinado, que es el mayor crecimiento de Centroamérica, uno de los mayores de todo Latinoamérica y probablemente internacionalmente.” Los datos citados por el Ministro son avalados por las instituciones financieras internacionales. De igual manera, tanto el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional como el Banco Centroamericano de Integración Económica confirman que Nicaragua es entre los mejores países en términos de la ejecución de sus respectivas carteras de préstamos. Ahora también, el Grupo de Acción Financiera ha valorado a Nicaragua como un país libre del lavado de dinero.
Un estudio en mayo de 2021 por la Organización Mundial de Salud y la Universidad de Oxford incluyo a Nicaragua entre los diez países más seguros para viajeros en relación al Covid-19. Nicaragua fue el único país latinoamericano en la lista. Nicaragua tiene el más extenso y mejor equipado sistema de salud pública en América Central. Se espera terminar la construcción de otros seis importantes hospitales más en los próximos meses. Nicaragua acaba de inaugurar la primera planta de oxígeno medicinal en Centroamérica. El Centro Diagnóstico de Referencia Nacional es uno de los laboratorios pioneros de la biología molecular en América Latina, segundo en la región. En Nicaragua la atención de salud pública es gratis.
También es gratis la educación en el sistema público desde preescolar y primaria hasta secundaria, igual que la educación vocacional ofrecida en la extensa red nacional de colegios del Instituto Nacional Tecnológico. Las universidades públicas garantizan acceso equitativo a la educación superior para todas y todos los estudiantes bachilleres. Cada año se entrega más de un millón de paquetes escolares para estudiantes en todo el país. Se distribuye alimentos para garantizar una merienda escolar diario a más de 1.2 millones de estudiantes, en un país con una población de 6.5 millones.
Nicaragua es entre los primeros países en el mundo en la igualdad de género. Es entre los primeros países con mayor seguridad ciudadana en América Latina y el Caribe. Tiene la mejor red de carreteras en América Central. Alrededor de dos millones de familias son más seguras jurídicamente por haber recibido el título de su propiedad de parte del gobierno. El país genera 70% de su energía eléctrica de fuentes renovables con una cobertura del sistema eléctrica mayor de 99% a nivel nacional. El gobierno mantiene subsidios al precio de petróleo y sus derivados, al transporte público terrestre y acuático y a la energía eléctrica.
Nicaragua tiene el sistema de Autonomía de los Pueblos Indígenas más avanzada y democrática en América Latina con más de 30% del territorio nacional titulado a nombre de 23 comunidades indígenas y afrodescendientes. Es un país prácticamente auto-suficiente en la producción de alimentos. Sus iniciativas de seguridad alimentaria incluyen programas como el Bono Productivo y el programa solidario CRISSOL de granos básicos, los cuales se protagonizan por más de 200,000 productores. Con el programa de crédito para mujeres, Usura Cero, más de 115,000 mujeres al año mejoran el nivel de vida de sus familias.
Uno podría pensar que este tremendo éxito social y económico del Pueblo Presidente de la Revolución Sandinista en Nicaragua sería de mucho interés y admiración general a nivel regional y continental. Pero no es así. Por supuesto, dentro de Nicaragua, todas estas victorias socio-económicas se conocen y se viven día a día por la población. También las victorias del Pueblo Presidente en Nicaragua son reconocidas, aunque generalmente con un bajo perfil, por las respectivas instituciones correspondientes internacionales, como la Organización Mundial de Salud, la Organización de Alimentos y Agricultura (FAO), UNICEF y UNESCO entre otras.
La clave es que, para alcanzar estas victorias, Nicaragua ha superado siglos de opresión colonial. Luego, después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista en 1979, se desató una interminable campaña de hostigamiento y agresión de parte de Estados Unidos y sus aliados. De allí viene la campaña sistemática comunicacional e institucional para denigrar, menospreciar, socavar y ningunear el incuestionable, destacado éxito de las políticas del gobierno del Presidente Comandante Daniel Ortega y Vice Presidenta Rosario Murillo.
Se trata de una maquinaria de guerra psicológica no solamente de los medios de comunicación regionales e internacionales. También se trata de una ofensiva de propaganda difundida por la proliferación de ONGs, por la industria académica de ciencias sociales, y por las instituciones como la OEA o la Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU, y varias instancias de la Unión Europea. Todas estas instancias han abandonado las normas más básicas del reportaje de buena fe.
El reportaje genuino se basa en el testimonio de buena fe de primera mano, el uso documentación y datos confiables, un proceso de corroboración adecuada, reconocimiento de narrativas contrarias y un esfuerzo constante de permitir a las y los lectores de decidir por sí mismos. En el caso de Nicaragua, igual que con Cuba y Venezuela, estas normas se han sustituido por una despiadada campaña de mentiras, de omisiones, de arbitrariedades, de permanente sesgo y abierta manipulación. Quizás el caso más emblemático de este abandono de la buena fe de parte de parte de casi todas las fuentes de información en América Latina, entre muchísimos otros, fue el inicio del fallido golpe de estado en Nicaragua en abril 2018.
En Nicaragua, todas y todos recordamos que el pretexto inicial de las violentas protestas fue la reforma de la Ley de Seguridad Social, la cual fue distorsionado y tergiversado de tal manera que la gran mayoría de la gente terminaron creyendo el absurdo de que la empresa privada quería defender los derechos de los pensionados y de las y los obreros. De hecho, el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) quería subir la edad de jubilación de 60 a 65, eliminar la pensión mínima y la pensión reducida, el bono navideño y el mantenimiento del valor de las pensiones. Querían doblar el número de cuotas para poder recibir una pensión de 750 a 1500 y propusieron la privatización de las clínicas del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS).
Las fuentes de información regional e internacional suprimió por completo esta realidad y mintieron sobre las propuestas del gobierno, las cuales en verdad fueron: un aumento gradual en el aporte del empleador de 3.25% y de los trabajadores de 0.75%; que personas con salarios altos paguen un cuota proporcional a sus ingresos; aumentar el aporte del gobierno para el sector público en 1.25%; mantener el numero de cuotas semanales para una pensión en 750; mantener la pensión reducida y la pensión mínima; mantener el bono navideño y el mantenimiento del valor; garantizar la atención médica completa del INSS para las personas jubiladas en cambio de una cuota de 5% de su pensión; y no privatizar las clínicas del INSS.
Sin embargo, si uno lee prácticamente cualquier artículo periodístico o académico o incluso las cínicas resúmenes falsas de la OEA, de la ONU o de la Unión Europea, todos alegan que fue el ataque del gobierno de Nicaragua a los derechos de los contribuyentes al INSS que provocó las protestas en abril 2018. Esto sigue siendo la narrativa dominante que prevalece en casi todo el material que uno encuentra sobre el fallido golpe de estado de 2018 en Nicaragua. De hecho, lo que provocó las protestas fue una campaña por un cambio de régimen promovido, financiado y dirigido por Estados Unidos y sus aliados europeos. En ese momento en 2018, el único medio que buscaba la verdad fue Telesur, gracias a la iniciativa de su director Patricia Villegas quien consultó con medios sandinistas para saber la verdad.
Por lo demás, casi todos los otros medios a nivel latinoamericano, de todo el espectro ideológico, tragaron la estúpida mentira que la empresa privada y las ONGs financiadas por Estados Unidos querían defender el INSS en Nicaragua a favor de la clase obrera y las y los pensionados. Esto es solamente un ejemplo entre los más claros del fenómeno del abandono al por mayor de las normas básicas de reportaje por la gran mayoría de las fuentes de información en América Latina en relación a Nicaragua. La palabra “patético” ni se acerca a describir este colapso de la integridad moral e intelectual a nivel continental.
De la misma manera la gran mayoría de las fuentes de información en la región y a nivel internacional hablan de “presos políticos” para referir a personas en Nicaragua que recibieron dinero directa o indirectamente de varios gobiernos extranjeros y cometieron entre otros delitos los crímenes de: apropiación y retención indebida; lavado de dinero, bienes y activos; gestión abusiva y falsedad ideológica. Todos son delitos penados por el Código Penal que data de 2007 cuando fue aprobado por una legislativa controlado por los partidos de derecha. Además, casi todas estas personas gestionaron en el extranjero a favor de medidas coercitivas ilegales de parte de poderes extranjeros en contra su propio país, un delito de traición criminal penado en prácticamente todos los países del mundo.
Aquí en Nicaragua, tenemos en los medios sandinistas verdaderos reporteros genuinos de primera línea. Pero se encuentran excluidos como fuentes de información a nivel latinoamericano e internacional con el pretexto de que son medios afines al gobierno. Como si el periodismo perezoso, deshonesto e incompetente que prevalece en la región no está comprado por los respectivos intereses corporativos y gubernamentales, igual que el complejo industrial de las ONGs o la industria académica de las ciencias sociales, compradas y acomodadas en la red de desinformación manipulada por las empresas e instituciones corruptas que predominan en la región y que responden a los intereses de sus amos occidentales.
La gran mayoría de las fuentes de información en la región no investigan nada de buena fe, sino que buscan lo que prefieren encontrar. En efecto son meramente unos despreciables actores más en la guerra psicológica occidental reciclado por medio de un bucle de retroalimentación infinita lo cual ellos también alimentan con sus falsos reportajes. Estas son las principales fuentes de la producción y distribución de información en América Latina y el Caribe y, por cierto, en el Occidente en general. En el caso de Nicaragua, ocupan fuentes casi completamente financiadas por los gobiernos estadounidenses y europeos y tienen el descaro de llamarlas independientes.
Entonces, Nicaragua enfrenta un sistema diseñado a hacer invisible las victorias de la Revolución Popular Sandinista, y en la medida posible menospreciar también los logros de la Revolución Bolivariana en Venezuela y de la Revolución Cubana. Sin embargo, aunque sea tarde, la realidad se impone porque la verdad sigue existiendo detrás de la fantasmagoría virtual creado por las falsas fuentes de información. Así que, en la misma medida que la democracia radical de la Revolución Cubana y de la Revolución Bolivariana en Venezuela van derrotando el bloqueo económico, psicológico y político del Occidente y sus peones locales, también la revolución del Pueblo Presidente en Nicaragua lo hará.