Mucho comentario sobre Palestina acusa el régimen sionista de Israel de actuar igual o peor que el régimen genocida de la Alemania Nazi, pero estos comentarios ignoran una verdad todavía más fundamental. Desde los años 1930s muchos escritores antiimperialistas, desde la filósofa francesa Simone Weil, hasta el poeta y político martinicano Aimé Césaire, han explicado que los crímenes de los alemanes nazis y sus aliados eran nada más que la aplicación a la población europea de los crímenes en masa perpetrados durante siglos por los países europeos contra los pueblos del mundo mayoritario. Así que el régimen israelí es otra expresión más de la histórica sádica criminalidad imperialista de los países europeos y sus mejores alumnas, las élites gobernantes norteamericanas.
Desde la derrota del nazismo y el imperio japonés en 1945, la arraigada criminalidad genocida occidental ha seguido sin parar durante todo el período pos-guerra de la descolonización y sigue ahora con el apoyo norteamericano y europeo a los horrores del genocidio sionista en Gaza de los últimos catorce meses. El nivel de la destrucción y asesinatos de civiles palestinos tiene sus antecedentes en la destrucción de Corea al inicio de los 1950s bajo el amparo de las Naciones Unidas y en la destrucción de Vietnam, Laos y Camboya por las fuerzas armadas norteamericanas y sus aliados durante 15 años hasta 1975. En ambos conflictos, las fuerzas occidentales mataron a millones de civiles, principalmente por medio del bombardeo aéreo. En Gaza los países occidentales suministraban a Israel casi todas las más de 100,000 toneladas de bombas lanzadas contra la población civil de Gaza.
La destrucción en Gaza
La diferencia principal ahora de los masivos bombardeos en Corea y Vietnam es que Gaza, una franja de territorio en la costa de Palestina del Mar Mediterráneo, tiene una extensión territorial de solamente 365km2, siendo 45km de largo y entre 6km y 12km de ancho. En ese territorio, antes del inicio del genocidio sionista, habitaban aproximadamente 2.3 millones de personas. De esa población algunas fuentes estiman que, aparte de las familias que lograron salir de Gaza, se han desplazado más de 1.8 millones de habitantes en este momento en su territorio. Las cifras oficiales del Ministerio de Salud en Gaza calculan que 47,000 personas han sido matado directamente por la agresión genocida israelí. Pero esta cifra no incluye las miles de personas muertas que yacen todavía debajo de los escombros.
De las personas muertas directamente, probablemente se trata en total de alrededor de 70,000 personas, incluyendo por lo menos 18,000 niñas y niños. Los muertos también incluyen más de 300 periodistas, miles de personal médico, cientos de trabajadores de la ONU y cientos del personal de la defensa civil. Las fuerzas genocidas israelíes han destruido sistemáticamente en Gaza más de 90% de las calles y carreteras, más de 90% de las casas residenciales, más de 80% de los hospitales y clínicas, más de 60% de las líneas de la energía eléctrica y casi 70% del sistema de agua potable. También de manera deliberada y sistemática las autoridades sionistas ha negado la entrada de ayuda humanitaria.
De esa manera, han impuesto una hambruna sobre una población de familias palestinas forzadas a sobrevivir sin alojamiento, sin ropa adecuada en temperaturas extrema-damente bajas, y la mitad de esas familias en condiciones de inundación por las periódicas fuertes lluvias. Hay más de 110,000 personas heridas que no han recibido la atención médica que requieren y 5000 personas han fallecido por ese motivo. Un estudio norteamericano estima que, aparte de los muertos directos, un número parecido de personas han fallecido por causas indirectas, resultado de la sádica agresión sionista, principalmente por la inanición y la falta de atención médica. Ante toda esta pérdida de vidas y destrucción, el sistema de las Naciones Unidas ha sido completamente incapaz de mitigar el sufrimiento de la población civil de Gaza, mucho menos parar la genocida agresión militar sionista.
El contexto histórico
De hecho, desde su fundación, la Organización de las Naciones Unidas ha sido cómplice de una u otra manera en la criminalidad occidental. Entre sus primeras acciones fue el reconocimiento del estado de Israel en el territorio palestino aunque las autoridades israelíes nunca cumplieron con dos condiciones para ese reconocimiento. Las condiciones eran, primero, el regreso de las familias palestinas víctimas de la limpieza étnica sionista en 1948 y, segundo, un firme compromiso del gobierno israelí de respetar el derecho internacional. El régimen israelí nunca cumplió con aquellas dos condiciones porque siempre tenía el respaldo de los poderes occidentales.
Al contrario, desde 1948 el régimen israelí se ha dedicado a la sistemática limpieza étnica de la población palestina basado en mentiras, falsas promesas, astucia cínica, sistemática apartheid, permanente brutal represión y constante agresión militar. Dado este contexto histórico, queda a ver si sera posible implementar con éxito el acuerdo de alto al fuego alcanzado la semana pasada entre Hamas y el régimen israelí. Todo indica que es meramente una pausa más en la marcha del proyecto sionista para destruir el pueblo palestino, tomar posesión de sus tierras y avanzar hacia todavía mayores invasiones para establecer el llamado Israel Mayor en todo el territorio entre Egipto e Irak.
Esta ha sido la aspiración histórica de las autoridades sionistas desde la fundación ilegal de su ilegítimo estado apartheid, basado en su doctrina de supremacía racista que en sí traiciona absolutamente los nobles ideales de justicia y solidaridad de la religión judía. No es para nada que muchísimas personas sobrevivientes del genocidio de la Alemania nazi y sus aliados contra los judíos rechazan como aborrecibles las políticas genocidas sionistas contra las familias palestinas. El contexto contemporáneo de este catástrofe impuesto sobre la población palestina por Israel y los Estados Unidos norteamericanos tiene varias dimensiones.
Las negociaciones del alto al fuego
En relación a Palestina, hay que recordar que la operación de la resistencia palestina del siete de octubre 2023, el Diluvio Al-Aqsa, tuvo un doble objetivo. A nivel regional, la dirigencia de la resistencia palestina esperaba frenar y si fuera posible detener la normalización de las relaciones entre Israel y las naciones árabes. Lo lograron. A nivel de Palestina, Hamas también logró tomar numerosos rehenes para intercambiar con las autoridades sionistas a cambio de la liberación de miles de rehenes palestinos, incluso cientos de mujeres, niñas y niños, encarcelados por los israelíes para chantajear a la Resistencia Palestina.
Los mismos medios israelíes han confirmado que el siete de octubre 2023, las fuerzas armadas sionistas mataron a cientos de sus propios ciudadanos para implementar la llamada “Política Aníbal” con el fin de impedir su secuestro como rehenes por la Resistencia Palestina. Luego, después de cuatro meses de inútiles pero muy destructivas operaciones militares terrestres en Gaza, para febrero 2024 hubieron negociaciones sobre un posible alto al fuego para liberar las y los rehenes. Las negociaciones seguían a lo largo del año mientras el régimen sionista mató sucesivamente a los tres líderes de Hamas que representaban la Resistencia Palestina como negociadores. Saleh al-Arouri fue asesinado en Beirut en enero 2024, Ismail Haniyeh en Teheran en julio 2024, y Yahya Sinwar murió heróicamente en combate en octubre 2024.
Así que, está claro que el asesino régimen israelí nunca tuvo el menor interés en negociar una tregua que permitiría el rescate de los cientos de rehenes israelíes en las manos de la Resistencia Palestina. Durante toda la interminable matanza de civiles en Gaza, Israel recibió el máximo apoyo y respaldo posible militar, político y diplomático de parte de las élites gobernantes norteamericanas y europeas. El alto al fuego negociado ahora a inicios de 2025 se basa en exactamente los mismos términos que la propuesta de Hamas en nombre de la Resistencia Palestina de febrero 2024. Aun el ex-Primer Ministro israelí Ehud Barak reconoció que bien se habría logrado una tregua desde hace muchos meses atrás y criticó al gobierno israelí la pérdida de vidas israelíes provocado por la demora.
Varios medios israelíes y norteamericanos insisten que fue la brusca intervención de parte del equipo del entonces presidente electo Donald Trump que impuso la tregua contra la voluntad del gobierno israelí. Hay muchos matices de diferentes tipos a esta circunstancia. En su primer presidencia, Donald Trump esperaba imponer una paz duradera en Palestina por medio de su inicialmente exitosa propuesta, los Acuerdos Abraham entre Israel y los países árabes. El genocidio sionista en Gaza ha destruido ese plan y la relación entre el Presidente Trump y el primer ministro Benjamin Netanyahu ahora es pésima. Sin el apoyo norteamericano Netanyahu enfrenta el colapso de su gobierno y cargos en los juzgados por fraude, malversación y corrupción.
La compleja configuración regional
También, Israel depende categóricamente sobre el apoyo militar y económico norteamericano para sostener su política regional de persistente agresión militar. La economía israelí está en caída libre con un declive de más de 5% en su Producto Interno Bruto. Su ejército ha sido derrotado en Gaza y en el sur de Líbano y el régimen israelí ha perdido credibilidad ante los poderes árabes. Además, es casi seguro que el nuevo gobierno de Donald Trump tendrá que tomar en cuenta otros factores como contrapeso a su reconocida simpatía para Israel. Para el nuevo gobierno norteamericano tener buenas relaciones con los estados árabes de la región es importante. Pero la caída del gobierno en Siria ha creado una situación regional todavía más compleja, difícil e inestable que la anterior.
Turquía quiere defender la integridad territorial de Siria mientras Israel quiere destruirla. Turquía está atacando a los kurdos, que son aliados de Israel y los norteamericanos. Israel insiste en seguir provocando una guerra con Irán aunque la firma en estos días del acuerdo estratégico entre Rusia e Irán significa el respaldo de Rusia para Irán ante una posible agresión israelí y norteamericana. Irán, Emiratos Árabes Unidos y Egipto son miembros del grupo BRICS+, con el cual Arabia Saudita mantiene estrechas relaciones sin asumir ser miembro pleno para el momento. La gira del mundo árabe hacia la región eurasiática y su acercamiento a Irán resalta el marcado declive de la influencia de los países occidentales, acentuado ahora por su apoyo incondicional al genocidio del pueblo palestino.
La Resistencia Palestina en Gaza y Cisjordania no ha sido derrotado. En el Líbano, Hezbollah ha logrado reponer sus fuerzas después de repulsar la invasión terrestre sionista en el sur del país el año pasado. Yemen mantiene su defensa solidaria de Palestina por medio de impedir el comercio marítimo con Israel por el Mar Rojo. Las milicias de Irak también mantienen su apoyo solidario. Irán está fortalecido por su acuerdo estratégico con Rusia. A corto plazo, es casi seguro que Israel no respetará el alto al fuego y seguirá buscando en vano como vencer la Resistencia Palestina, sabiendo que a mediano y largo plazo su situación político-militar y económica es insostenible. Todas estas consideraciones hacen imposible predecir el futuro inmediato en Palestina, pero la tendencia histórica que evidencian sí está claro y señala que al final Palestina será definitivamente libre.