En Europa al fin de la Segunda Guerra Mundial las poblaciones esperaban crear un nuevo mundo de paz y prosperidad.
En Francia e Italia, los partidos comunistas gozaron de amplio apoyo para la implementación de sus programas radicales a nivel nacional.
En el Reino Unido el Partido Laborista ganó las elecciones de 1945 por una mayoría abrumadora con un programa de nacionalización de las industrias claves y de medidas de bienestar para toda la población.
Pero ese breve momento de esperanza no sobrevivió la realidad política del dominio de las élites occidentales y su feroz determinación de mantener ese dominio a toda costa.
Se veía esta realidad en la guerra civil en Grecia entre 1946 y 1949 donde Estados Unidos y Reino Unido apoyaron a las fuerzas derechistas a prevalecer contra las fuerzas comunistas.
El natural instinto imperialista de los gobiernos europeos se veía en la manera en que Bélgica, España, Francia, Holanda, Reino Unido y Portugal luchaban para mantener sus respectivas colonias en África y Asia.
Se veía también en las dos principales crisis de la pos-guerra. Primero los países occidentales protagonizaron despojar del pueblo palestino su derecho a la auto-determinación con la injusta imposición de un estado sionista basado en el terrorismo y la limpieza étnica de la población nativa.
Segundo, validaron la campaña genocida contra toda la población coreana para destruir a la República Popular Democrática de Corea.
Desde luego el imperativo de las élites norteamericanas y europeas en ese momento fue la creación y consolidación de las estructuras adecuadas para asegurar y defender su poder global politico-militar y su acceso y control de los recursos naturales mundiales esenciales para poder seguir con su acostumbrado pillaje económico del mundo mayoritario.
Para lograr esos objetivos, ya habían creado la Organización de las Naciones Unidas con un Consejo de Seguridad sesgado a favor del Occidente y sin la República Popular China.
Procedieron a garantizar su control financiero del mundo con la creación en 1944 del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.
Para enfrentar el desafío militar de la Unión Soviética crearon la Organización del Tratado del Atlántico Norte en 1949.
Para profundizar su control político de Europa, las élites occidentales acordaron iniciar el proceso de la integración europea por medio de, entre varios otros acuerdos, el Tratado de Bruselas de 1948, el Acuerdo de Carbón y Acero de 1951 y el Tratado de Roma de 1957.
Todo el proceso fue parte de una coherente iniciativa norteamericana y europea de crear un bloque de los países occidentales capaz de imponer los intereses de sus élites gobernantes a nivel nacional e internacional, especialmente contra las naciones del mundo mayoritario.
Es cierto que siempre existía un corriente de opinión política entre las élites europeas, más que todo en Francia, que quería mayor autonomía.
Pero la realidad del dominio norteamericano se hizo claro en la crisis de Suez de 1956 cuando Estados Unidos vetó una operación militar por Reino Unido y Francia para volver a tomar control del Canal de Suez de Egipto, lo cual no correspondía a los intereses estadounidenses en ese momento.
Pero en última instancia, todas cerraron filas contra la Unión Soviética y para suprimir en la medida posible las aspiraciones de los pueblos de sus antiguas colonias alrededor del mundo hacia un mundo más justo y equitativo. La historia de los últimos setenta años es repleta de ejemplos de esta realidad.
El desarrollo de la Unión Europea ha seguido una lógica natural desde sus orígenes como la estructura política contraparte de la estructura militar de la OTAN. Ambos fueron diseñadas con el doble propósito de servir en conjunto como baluarte y cabeza de puente contra la Unión Soviética.
Cuando la Comunidad Económica Europea se transformó en la Unión Europea con el Tratado de Maastricht de 1992, se inició un proceso de la ampliación, y la intensificación todavía mayor, del control anti-democrático de las élites europeas sobre sus pueblos.
Con sucesivas medidas administrativas de la Comisión Europea, que no está elegido por el voto popular, y nuevos tratados como los de Amsterdam en 1997, de Nice en 2001 y de Lisbon en 2007, las oligarquías europeas iban afianzando su estatus como gerentes de una Unión Europea vasalla de la élite norteamericana.
Quizás la expresión más contundente de la falsedad de la democracia europea y de la corrupción de sus estructuras de gobernanza fue la reacción de las élites europeas al colapso del sistema financiero occidental en 2008 y 2009.
En vez de seguir la receta del libre mercado para entidades en bancarrota de disolverlas y reorganizar sus activos remanentes de una forma sana, los gobiernos acordaron de rescatar al corrupto sistema de la banca privada con fondos públicos.
Luego se argumentó que el gigantesco costo de ese rescate justificaba fuertes medidas de austeridad y grandes recortes en el gasto público.
En efecto, fue un asalto en plena luz de día contra el bienestar de sus poblaciones para hacer un traslado de millones de millones de Euros a la clase gobernante del continente.
Pero aun antes de ese extraordinario despilfarro del patrimonio de las poblaciones europeas, la hipocresía de las y los dirigentes europeos había sido evidente por la manera en que los países poderosos violaron el llamado Pacto de Crecimiento y Estabilidad.
Este acuerdo, vigente desde 1998, supuestamente aplicaba a todos los países de la Unión Europea, estipulando los niveles de deuda y de déficit presupuestaria permitidos a cada gobierno con el fin de mantener finanzas sanas en toda Europa.
Sin embargo, cuando estas normas resultaron inconvenientes para los países más poderosos como Alemania o Francia, sencillamente se ignoraban por años de una manera tan grosera que en 2005 ante fuertes reclamos de los demás países de la Unión, se hizo una enmienda para hacer los criterios menos exigentes.
El profundo cinismo e hipocresía de las élites europeas se demostraba con especial claridad entre 2010 y 2015 cuando Grecia estuvo constantemente al punto de declarar que no iba a poder cumplir con el pago de su deuda externa.
De hecho se había acumulado la deuda en gran parte por motivo de la presión financiera y económica de Alemania y otros países europeos exportadores que sabían que la economía griega no iba a poder sostener ese desequilibrio regional. Y fueron los hipócritas alemanes quienes empujaron de la manera más despiadada para el pago de la deuda griega sin ningún alivio.
Las élites europeas junto con el Fondo Monetario Internacional impusieron un programa punitivo contra el sector público en Grecia que la población rechazó, en vano, en un referéndum.
Así quedó expuesta la realidad de la democracia europea. La gran mayoría de economistas acuerdan que desde un inicio un problema fundamental de la Unión Europea ha sido la falta de soberanía monetaria y fiscal.
El caso de Grecia demuestra que en efecto los países y pueblos de la UE padecen de la misma dependencia neocolonial que los países del mundo mayoritario endeudados en monedas extranjeras, especialmente en dólares, por supuesto.
Este sistema anti-democrático ha llegado a tener un carácter casi feudal por la manera en que una pequeña clase gerencial, notoriamente narcisista, mantiene su dominio sobre una población de alrededor de 450 millones de personas.
La única entidad donde sus miembros se eligen por el voto popular es el Parlamento Europea con un papel meramente de adorno para ratificar y sellar las decisiones ya tomadas en las otras instituciones europeas.
Entra tantos ejemplos más de la naturaleza feudal de la gobernanza de la Unión Europea se destacan los recientes nombramientos a puertas cerradas del Presidente de de la Comisión Europea, del Alto Representante de la Unión Europea para los Asuntos Exteriores y la Política de Seguridad y del Presidente del Consejo Europeo.
Las tres personas seleccionadas a puertas cerradas son Ursula von der Leyen, Kaja Kallas y Antonio Costa.
La agencia Tass reporta las palabras del destacado político derechista italiano Matteo Salvini quien comentó refiriendo a las recientes elecciones europeas «Lo que está ocurriendo con los nombramientos en la UE parece un golpe de Estado. Millones de europeos votaron y pidieron un cambio en Europa. ¿Y qué se les ofrece? Las mismas personas… Lo considero el colmo de la falta de respeto.»
De hecho, la coalición de partidos social demócratas y centristas tendrá mayoría en el Parlamento Europeo y entre chantajes y sobornos se va a asegurar la aprobación de los tres candidatos a pesar de las controversias que los rodea.
En el caso de Ursula Von der Leyen se trata de repetidos episodios de tráfico de influencias y abuso de poder, especialmente en relación a los contratos de miles de millones de euros negociados en privado sin el debido proceso de licitación con la empresa farmaceútica Pfizer para decenas de millones de dosis de vacunas anti-Covid los cuales nunca se ocuparon.
Al inicio de la Operación Militar Especial rusa en Ucrania, Kaja Kallas abogó vehementemente para cortar toda relación comercial con Rusia. Pero su marido continuó enriqueciéndose por medio de sus acciones en una empresa que seguía activa en la economía rusa mucho después de febrero 2022.
Por su parte Antonio Costa esta bajo investigación en Portugal por tráfico de influencias y abuso del poder en relación con contratos estatales relacionados con proyectos de litio e hidrógeno.
La corrupción es común en la vida pública europea. Siempre han habido escándalos de la corrupción que han involucrado destacados políticos como Helmut Kohl en Alemania, Bettino Craxi o Silvio Berlusconi en Italia, Alain Juppe, Edith Cresson y Nicolás Sarkozy en Francia.
Y es notorio que las decisiones cuestionables de altos dirigentes luego se recompensa con jugosos beneficios en el sector empresarial privado occidental.
Entre otros escándalos de corrupción, es notorio que Tony Blair vetó una investigación de pagos corruptos multi-millonarios de parte de la empresa British Aerospace a funcionarios de Arabia Saudita.
Al salir de la política se benefició de puestos lucrativos de parte de empresas transnacionales como el Carlyle Group, una influyente empresa norteamericana.
Pero es el conflicto que la OTAN ha provocado con la Federación Rusa que más destaca el estatus vasallo de la Unión Europea. Desde 2014, políticos como Angela Merkel y François Hollande mintieron al Presidente Vladimir Putin que querían facilitar la paz en el Donbass.
Ahora han admitido que fingieron querer la paz para ganar tiempo y permitir a la OTAN armar las fuerza armadas de Ucrania hasta los dientes para luego conquistar militarmente el Donbass.
La destrucción del gasoducto Nord Stream y las medidas para cortar el suministro a Europa de los hidrocarburos baratos de Rusia han conducido prácticamente a la desindustrialización de Alemania por motivo de los precios mucho más altos que tendrán que pagar por su energía.
Parece que cuando la Secretario de Estado Victoria Nuland fue grabado en 2014 en una conversación sobre quien iba a imponer Estados Unidos como presidente de Ucrania y ella dijo «que se joda la UE», lo quería decir literalmente.
Igual que las élites norteamericanas, sus sirvientes en las clases gobernantes europeas pueden encontrar cientos de miles de millones para financiar la guerra de la OTAN contra Rusia, pero no hay dinero para garantizar las necesidades y derechos de sus propias poblaciones.
Igual que los Estados Unidos, los países de la Unión Europea depende de la migración para mantener a flote su economía mientras desprecian y discriminan contra las y los migrantes y sus familias.
Las elecciones europeas demuestran que la mayoría de la población europea no quiere la guerra con Rusia y tampoco están de acuerdo con el apoyo de la Unión Europea al genocidio sionista en Palestina.
Pero el simulacro corrupto de la democracia que es la Unión Europea no está diseñado para promover los intereses o los deseos de sus pueblos, sino para obedecer las órdenes de sus amos norteamericanos.