La abrumadora mayoría de las y los oradores gubernamentales en la 80 Asamblea General de las Naciones Unidas esta semana defendieron la Paz. Exigieron cooperación, respeto mutuo y diálogo entre las naciones. En contraste, los representantes del Occidente colectivo defendieron sus habituales posiciones y políticas arrogantes e imponentes, aunque claramente violan los principios fundamentales de la ONU de la autodeterminación de los pueblos, la no agresión y la no intervención. El presidente norteamericano Donald Trump se mostró una vez más ser un ignorante malévolo con un sentido de superioridad yanqui derivado del odioso culto del Destino Manifiesto y la ilusión de invencibilidad tras el final de la Guerra Fría.
En una reciente entrevista, el destacado economista Michael Hudson observó que en 1945 los poderes occidentales rescataron al fascismo en el mismo momento en que lo derrotaron. En 1943, la filósofa Simone Weil había denunciado que el fascismo europeo de ese tiempo aplicaba en los países con poblaciones blancos los mismos métodos coloniales de conquista y dominación usados contra los pueblos del mundo mayoritario. Así que, el renovado fascismo occidental contemporáneo no solo tiene sus orígenes en los terribles crímenes del genocidio y esclavismo europeo y norteamericano sino que se reforzó en 1945 por reclutar un personal numeroso de la Alemania Nazi y el Japón Imperial para ayudar las futuras agresiones occidentales contra la Unión Soviética y la República Popular China.
Es necesario recordar esta historia para entender la aparente contradicción del fascismo contemporáneo, desplegado ahora por los mismos poderes occidentales que derrotaron el fascismo alemán, italiano y japonés en 1945. Desde ese momento, bajo el pretexto del anti-comunismo, el gobierno norteamericano y sus aliados apoyaban sangrientas dictaduras alrededor de todo del mundo y efectuaron golpes de estado contra soberanos gobiernos independientes desde Irán a Guatemala, de Congo a Ghana, de Indonesia a Chile. Para defender su racista sistema de dominio global, desataron grandes guerras, una tras otra en Corea, en Argelia, en Vietnam con millones de muertos civiles.
Ahora, las élites fascistas del Occidente colectivo facilitan el genocidio sionista del pueblo palestino y los criminales ataques sionistas contra decenas de miles de civiles en el Líbano. Facilitan similares criminales ataques en menor escala contra la población civil en Rusia por el régimen de simpatizantes nazis en Ucrania. Ahora también, el gobierno yanqui amenaza bombardear a Venezuela con el pretexto de atacar fuentes de producción y comercio de droga. Es meramente otra gran mentira más, repetida constantemente al típico estilo de los gobiernos fascistas decididos en agredir a otro pueblo y gobierno que resiste su avaricia.
En medio de todo, el genocidio, la agresión, el hostigamiento, cada vez más gobiernos de los países del mundo mayoritario están dispuestos a denunciar la criminalidad del Occidente colectivo la cual, aparte de su apoyo al genocidio sionista en Palestina, es evidente también en la continuación de su apoyo a la guerra de la OTAN contra Rusia en el territorio de Ucrania. Además, hay cada vez menos tolerancia en el mundo mayoritario ante el constante abuso por los gobiernos occidentales de los aranceles y las medidas coercitivas unilaterales como represivas herramientas de chantaje y coacción. Ya no convence la intensa y constante guerra psicológica de los medios occidentales contra los gobiernos y dirigentes que defienden la soberanía y dignidad nacional de sus naciones.
En el caso de Cuba, todo el mundo sigue denunciando la injusticia del genocida bloqueo yanqui y reconoce el amor solidario y la práctica humanitaria sin par de la Revolución Cubana. Todo el mundo ve que el Occidente colectivo aspira a robar los fabulosos recursos naturales de Venezuela y que codicia también el control de la ubicación estratégica de Nicaragua en el corazón del istmo centroamericano. Aun gobiernos de corte socialdemócrata, como Brasil, Colombia o México, han sido agredidos económicamente por haber defendido sus intereses nacionales y emprendido procesos de transformación verdaderamente democráticas.
La agresión fascista del Occidente colectivo y sus aliados refleja la guerra de clase desatada por las élites gobernantes occidentales contra sus propias poblaciones. Desde el fin de la Guerra Fría estas élites han actuado para eliminar los sindicatos, recortar los derechos a la salud, la educación y el bienestar y han efectuado enormes transferencias de riqueza a si mismos por medio de los repetidos rescates financieros a costo de las y los contribuyentes. Pero, a nivel internacional, las élites encuentran que es cada vez más difícil sostener sus históricas prácticas extorsionistas por motivo de la creciente influencia global de China y Rusia y el desarrollo de organizaciones genuinamente multilaterales como BRICS+ y la Organización de Cooperación de Shanghai.
Los intentos del gobierno del presidente Trump de coaccionar al gobierno de la India, aumentando los aranceles y aplicando medidas coercitivas contra el uso del puerto de Chabahar manejado conjuntamente por India e Irán, parecen haber fracasado de manera categórica. La proliferación de nuevas rutas comerciales a lo largo y ancho de la región eurasiática relegan a menor importancia las rutas tradicionales por el Canal de Suez y el Estrecho de Malaca. A nivel doméstico, las políticas neoliberales aplicados por sus gobiernos han destruido la capacidad productiva de las economías de los países norteamericanos y europeos. En importantes sectores tecnológicos, como por ejemplo las tecnologías verdes y de vehículos eléctricos, los países occidentales no han podido competir con sus rivales comerciales asiáticos.
Las fascistas élites gobernantes occidentales han demostrado repetidamente que no van a tolerar, sin una reacción agresiva y violenta, el desarrollo exitoso de países independientes que defienden su soberanía. Lo han demostrado contra Rusia e Irán, contra Corea Democrática y China, contra Cuba Nicaragua y Venezuela. En estos momentos, queda a ver si en verdad el agresivo hostigamiento militar yanqui contra Venezuela llegará a una guerra abierta. De todas maneras, en América Latina, otro motivo de la agresiva política regional del gobierno norteamericano se indica en la promesa del gobierno del presidente Trump de apoyo incondicional para sostener la economía argentina.
Las corruptas políticas neoliberales del fascismo en Argentina han colapsado las finanzas públicas. La producción de industrias como la construcción y las manufacturas han caído a los niveles de 2020 durante la drástica ralentización económica provocada por las medidas contra el COVID-19. El PIB del país ha contraído por más de 3% desde la toma de poder el presidente Milei y sus cómplices. Así que, pocas semanas antes de importantes elecciones legislativas en Argentina y una votación para la presidencia en Chile, el supuesto modelo estrella del fascismo neoliberal en la región ha fracasado completamente.
En cambio, la Revolución Bolivariana de Venezuela ha vencido una década de despiadada agresión económica del Occidente colectivo comparable solamente con el bloqueo de la Revolución Cubana por el gobierno norteamericano. Venezuela es prácticamente autosuficiente en la producción de alimentos, y sigue garantizando millones de viviendas sociales a su población. Su actividad económica nacional sigue en acelerada recuperación con más de cuatro años de constante crecimiento de su PIB, actualmente calculado en más de 6% para el año en curso, con un sostenido recuperación en la producción petrolera.
En Cuba este mes, el compañero Canciller Bruno Rodriguez reveló las más recientes cifras del daño causado por el bloqueo norteamericano de más de sesenta años. Ahora el costo total a la sociedad y economía cubana suma a un total de más de US$2.1 millones de millones. Aun ante esta despiadada agresión económica sin precedentes, Cuba sigue garantizando a su pueblo sistemas de salud y educación entre los mejores en el mundo. De manera similar, la Revolución Sandinista ha garantizado al pueblo nicaragüense, el mejor sistema de salud, el mejor sistema de carreteras, la mayor seguridad ciudadana y el sistema de educación más innovadora de toda América Central.
La superación exitosa por nuestros países revolucionarios de las respectivas agresiones económicas impuestas por sucesivos gobiernos norteamericanos, con la complicidad de sus aliados europeos, pone en alto relieve el enfoque revolucionario de nuestros países en el desarrollo de la persona humana y el florecimiento del potencial de las familias, sin excluir a nadie. También demuestra el imprescindible cooperación de los poderes mundiales como China, Rusia e Irán que reconocen el valor de nuestros países como aliados revolucionarios ejemplares en la promoción de una verdadera democratización de las relaciones internacionales basado en la solidaridad, la ternura entre los pueblos.
Estas relaciones se expresan en el constante fortalecimiento de infraestructura de todo tipo, de respaldo diplomático internacional, en capacidad de defensa y seguridad y tecnología médica de vanguardia. Como ha dicho nuestra Compañera Copresidenta Rosario, “La Solidaridad Internacional no sólo és un Deber, és un Derecho y una realidad, que avanza, en un Mundo que avanza contra los enemigos de la Paz, contra los enemigos de la Solidaridad, de la Fraternidad… quienes están pretendiendo seguir destruyendo al Mundo, y seguir capitalizando los Patrimonios que son de los Pueblos del Mundo… los Pueblos en Caminos que son de Gloria, de Victorias, de Liberación.”