Quizás fue inevitable que el principal logro de la séptima cumbre de la Comunidad de Estados Latinamericanos y Caribeños en Argentina es de haber podido concretarse de todo y así mantener viva la visión de una Patria Grande de todos los pueblos de la región. En comparación con el tremendo dinamismo y franqueza de sus fundadores, la Declaración Final exhibe una blanda, mediocre agenda de evasión y aspiraciones huecas. De manera positiva, la Declaración confirma el compromiso de los Estados miembros a la integración, la unidad y diversidad política, económica, social y cultural como una comunidad de naciones soberanas y también destaca la plena vigencia de la proclama de América Latina y el Caribe como una Zona de Paz.
Pero las experiencias de los últimos diez años demuestran que en muchos aspectos la realidad es muy contraria a la mayoría de las afirmaciones en los 111 puntos de la Declaración. Ejemplos de esto son la extensa presencia de las bases militares estadounidenses en todo el continente, las constantes intervenciones de los poderes occidentales en la región, el hostigamiento y menosprecio hacia los pueblos indígenas y afrodescendientes, la aplicación de los métodos de “lawfare” contra destacadas figuras políticas en varios países y la burda manipulación de las instituciones de los derechos humanos. Más que todo ha sido la suerte electoral que ha permitido superar las iniciativas diseñadas a sabotear la unidad latinoamericana y caribeña, como el Grupo de Lima.
La amenaza intervencionista subyacente persiste y la cumbre de la CELAC dio espacio a tristes elementos del chingaste de la cruel política de intervención contra Venezuela de parte de los presidentes de Chile, Paraguay y Uruguay quienes atacaron al gobierno de Venezuela con las acostumbradas falsas acusaciones de falta de democracia. Es relevante recordar que el Grupo de Lima fue apoyado o avalado en un momento u otro por los siguientes países: Argentina, Barbados, Bolivia bajo el régimen golpista, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía. Es evidente que el poder de manipulación y coacción de los Estados Unidos y sus aliados entre los países de la OTAN en la región se mantiene y solo esperan las condiciones propicias para usarlo.
Al fin, el hermano Presidente Nicolás Maduro Moros decidió de no participar en la cumbre porque las autoridades argentinas no podían garantizar su protección contra posibles provocaciones legales basadas en las ilegales medidas coercitivas del gobierno estadounidense contra Venezuela. La Declaración Final de la cumbre pide el levantamiento del ilegal bloqueo de Cuba pero no de las ilegales medidas unilaterales contra Venezuela, las cuales ahora aun el Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU ha tenido que condenar como un abuso de los derechos humanos del pueblo venezolano. Tampoco menciona la Declaración Final el robo en pleno día del patrimonio del pueblo venezolano, la empresa CITGO, el oro almacenado en Londres y miles de millones de dólares en el sistema financiera europeo, por Estados Unidos y los gobiernos de la Unión Europea.
La ambivalencia inherente en la Declaración Final también se refleja en el apoyo a la descolonización y a los derechos humanos sin pedir el cierre y retiro de la base militar de Estados Unidos en Guantanamo ni condenar el permanente abuso de los derechos humanos que la base representa como un centro de detención ilegal y tortura. Es una omisión que indica el nivel de la captura por Estados Unidos y sus aliados occidentales de las conciencias de muchos dirigentes de la región. Esto también se vio de manera inesperada en un exabrupto del Presidente Lula da Silva fuera de la cumbre. Lula hizo una burda comparación entre la agresión estadounidense contra Venezuela y la operación militar de la Federación Rusa en defensa de las poblaciones rusoparlantes atacadas por el gobierno de Ucrania en alianza con los países de la OTAN.
La grosera insensatez de Lula podría explicarse como un intento de su parte de señalar su vírtud ideológica a la cúpula del Partido Demócrata estadounidense y sus aliados en la élite brasileña que ayudaron a Lula ganar las elecciones presidenciales del pasado mes de octubre. En cambio, la decisión anunciada de mandatarios como Lula, Gustavo Petro y Alberto Fernández de no enviar armas en apoyo a Ucrania concuerda con la declaración de la región como una zona de Paz. Aunque sin duda tiene que ver también con las aspiraciones de Brasil y Argentina, especialmente, en relación a una futura ampliación del grupo de países BRICS.
En ese contexto global, el afán de las clases gobernantes de los países más poderosos de América Latina de apaciguar a las élites estadounidenses y europeas entra en conflicto con el imperativo de aprovechar los beneficios económicos ofrecidos por la República Popular China y el desarrollo de un mundo multipolar. De hecho, el presidente Xi Jinping saludó a la Cumbre por medio de un enlace en línea y destacó que China trabaja para impulsar las relaciones entre China y la América Latina y el Caribe hacia una nueva era en base al respeto, la igualdad, el beneficio mutuo, la innovación, la apertura y el bienestar para todos los pueblos.
Mientras China demuestra la buena fe con su extensa inversión, cooperación y comercio con la región, la política regional de Estados Unidos no ha cambiado desde la declaración del Presidente Monroe del 2 de diciembre de 1823. Los recientes francos comentarios de la jefa del Comando Sur estadounidense, la General Laura Richardson, confirman que Estados Unidos solo ve a América Latina y el Caribe como una zona subalterna, una fuente y proveedor de fabulosos recursos naturales. Además, la General Richardson dijo en sus palabras al Consejo del Atlántico, una centro financiado por la OTAN, que América Latina y el Caribe “Tiene mucho que ver con la seguridad nacional y tenemos que empezar nuestro juego”, como si los pueblos de la región no van a recordar la brutal historia de intervención y desestabilización de Estados Unidos durante dos siglos.
En relación a la tensión entre el mensaje alentador del Presidente Xi Jinping y la permanente posición intervencionista estadounidense, los presidentes de Brazil y Argentina anunciaron un día antes de la cumbre en Buenos Aires un proyecto para una moneda común entre ambos países. Se jacta que la iniciativa puede impulsar el comercio regional y reducir la dependencia del dólar estadounidense, quizás al estilo de la Unidad de Moneda Europea (Ecu) introducido en 1979 como un unidad contable para transacciones financieras transnacionales. La Ecu fue asociado con el Mecanismo Europeo de Cambios que buscaba estabilizar las variaciones entre las diferentes monedas de los países europeos. En 1999 la Ecu fue remplazado por la moneda única europea, el Euro.
Solo es necesario ver la historia económica de Europa de los últimos 20 años para entender la furulla de la idea que una moneda común de este tipo va a disminuir la dependencia regional sobre el dólar estadounidense. Sencillamente, hace falta toda la arquitectura financiera independiente correspondiente, por ejemplo un robusto sistema de pagos, una estructura independiente de seguros y otros servicios financieros claves, un sistema regional de agencias calificadoras o un sistema bancaria capaz de resistir la especulación en los mercados financieros y de materias primas internacionales. Es otra muestra de la superficialidad y dependencia ideológica de las clases políticas socialdemócratas que esperan poder evadir enfrentar lo que implica la verdad fundamental que ellas mismas reconocen en relación al tema ambiental de que el capitalismo occidental perjudica a los pueblos de la región.
A todo el mundo está claro que el modelo capitalista del ficticio libre mercado está colapsando. Sin embargo, la mayoría de los gobiernos de los países de la CELAC quieren implementar una receta de desarrollo capitalista.. Esta realidad hace poco convincente el punto seis de la Declaración Final que declara “la importancia de priorizar la recuperación económica sostenible con un enfoque cooperativo, inclusivo, equitativo y solidario.” Ese modelo económico ya existe en una forma bastante avanzada, gracias a los mismos países revolucionarios de la Alianza Bolivariana de nuestra América que tantos gobernantes de la región atacan y menosprecian sin justificación. Esta es la contradicción fundamental de la CELAC y el mayor desafío que enfrenta al hermano Ralph Gonsalves, quien ahora tiene la presidencia pro tempore de la CELAC en nombre de San Vicente y las Granadinas, país miembro del ALBA.
Como dijo nuestro Presidente Comandante Daniel y nuestra Vice Presidenta Compañera Rosario en su mensaje a la cumbre:
“El Mundo necesita, urge, Justicia y Paz… Cooperación Respetuosa y Solidaria. El Mundo necesita comprensión, entendimiento y afecto. El Mundo Mejor que tod@s queremos crear, necesita, urge, Respeto, Paz, Solidaridad y Capacidad de Convivencia, compartiendo el Desarrollo Científico y Tecnológico que nos cuesta a tod@s.
Cantamos y vibramos en Vida y Esperanza, y Luchando Vamos Adelante… Siempre Más Allá !”.