Para entender las respectivas relaciones que los países latinoamericanos y caribeños mantienen con los Estados Unidos norteamericanos y la República Popular China es instructivo recordar lo que ocurrió durante la pandemia del Covid-19. En ese período, entre 2020 y 2023, las autoridades y entidades sanitarias y farmacéuticas de la República Popular China enviaron enormes donaciones de insumos y vacunas a los pueblos de América Latina y el Caribe y colaboraron activamente en apoyo a estos países a nivel institucional internacional. A nivel mundial, los países de la región fueron los mayores recipientes de la ayuda china para combatir la pandemia. Es contundente el contraste de la cooperación de buena voluntad china hacia América Latina y el Caribe ante la pandemia con la miserable postura anti-humanitaria de las autoridades norteamericanas.
Así que, para entender las respectivas relaciones de la región con China y los Estados Unidos norteamericanos, no es necesario volver a recitar la requetebién conocida letanía de las intervenciones imperialistas norteamericanas en la región ni de sus interminables abusos neocoloniales. Como la antigua jefa del Comando Sur, la General Laura Richardson, siempre enfatizó en sus constantes episodios de injerencia, el interés primordial norteamericano en la región es el control de sus recursos naturales y sus puntos estratégicos, desde el puerto de Ushaia hasta el istmo centroamericano. La política norteamericana en la región siempre ha sido su explotación y dominación por medio del poder militar y económico, con la mínima inversión necesaria para optimizar las ganancias, todo lo cual las élites norteamericanas interpretan como un tema de su seguridad nacional.
Ahora, en el contexto económico y político contemporáneo de un nuevo orden mundial en ciernes, la falta de creatividad y comprensión ante las nuevas realidades mundiales rinde débiles y desfasadas las políticas comerciales y financieras norteamericanas. El sistema socioeconómico del capitalismo norteamericano y europeo no responde eficazmente a los desafíos del re-alineamiento de las cadenas globales de valor, la re-estructuración de las redes globales de producción y los bajos niveles de inversión resultado de las contraproducentes políticas neoliberales que han
prevalecido después del colapso financiero de 2008-2009. En general, antes de aquella crisis, el crecimiento anual del producto interno bruto mundial era mayor de 4%. Durante la década pasada fue de alrededor de 3% y no se ha recuperado. Una secuela de la crisis en su momento fue una caída por más de 8% del comercio internacional como porcentaje del PIB global
El informe para 2024 de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD) pronostica para la economía global otro período extendido de bajo crecimiento, alto endeudamiento, débil inversión y un comercio internacional fragmentado. Aunque los niveles de las ganancias han mejorado de manera relativa para el sector empresarial norteamericano, para Europa y Japón quedan por debajo de los niveles de 2019. Aun dentro del relativamente buen desempeño de la economía norteamericana, cientos de las principales empresas no generan ganancias, a la vez que los intereses que pagan en el servicio de sus deudas han subido. En el caso de América Latina, la región no ha logrado mayor diversificación de sus exportaciones y sigue siendo la región con mayor desigualdad en el mundo, dependiente de la exportación de sus materias primas y los volátiles movimientos periódicos en los precios internacionales.
En general, es la región eurasiática que está en mejores condiciones para adaptar de manera oportuna a los cambios en proceso en la economía global. Sus países tienen mejor consolidación de sus cadenas de valor, varias ventajas para mayor exitosa integración económica y más capacidad para asimilar innovaciones en la tecnología, el transporte, la energía y en el desarrollo de las nuevas correspondientes modalidades de la organización socioeconómica. El desarrollo de la República Popular China demuestra cómo sus sensatos principios de la planificación nacional han permitido al país aumentar su capacidad de asimilar las nuevas realidades de la economía global. Por ejemplo, en 2016, el Presidente Xi Jinping explicó la visión china de los problemas relacionados con el fomento de la demanda en la economía china en comparación con las estériles recetas neoliberales del Occidente.
El presidente Xi observó que se trata de cómo “solucionar el problema de la oferta existente en la economía de nuestro país a través de una serie de medidas políticas, especialmente del impulso a la innovación tecnológica, el desarrollo de la economía real y la garantía y mejora del estándar de vida del pueblo. La reforma estructural por el lado de la oferta de la que hablamos subraya la oferta y concede importancia a la demanda, pone de relieve el desarrollo de la productividad social y presta atención a la mejora de las relaciones de producción… para promover la reforma por el lado de la oferta, debemos fomentar la concepción de innovación y desarrollo e impulsar el avance vigoroso de nuevas tecnologías, industrias y modalidades operativas, brindando una continua fuerza motriz endógena al desarrollo económico sostenible y sano.”
Más adelante, en 2021, el presidente Xi Jinping habló del aspecto social del desarrollo humano del pueblo chino, “La creación y la distribución de la riqueza es un problema importante que enfrentan todos los países… En el sistema socialista de nuestro país, no solo es necesario liberar y desarrollar continuamente las fuerzas productivas sociales, crear y acumular riqueza social, sino también evitar la polarización y promover avances más notables y sustanciales en el desarrollo integral del ser humano y la prosperidad de todo el pueblo”. Los principios consistentemente elucidados por el presidente Xi Jinping y el liderazgo del Partido Comunista de China aseguran que las políticas de desarrollo humano de la nación corresponden de manera apropiada y dinámica a la realidad de los cambios en marcha en la economía mundial.
En cambio, el proceso norteamericano de la planificación socioeconómica está sujeto al demente dogma neoliberal del mercado libre, tal como interpretada por sus élites empresariales, especialmente sus élites financieras. El destacado economista Michael Hudson ha escrito de la planificación capitalista de las élites norteamericanas, “…tenemos una planificación central mucho más centralizada que cualquier cosa soñada por los socialistas. Pero esta planificación, la planificación centralizada, la realiza el sector financiero. Y la planificación financiera es de corto plazo; esta planificación a corto plazo significa agarrar las ganancias y correr. Y eso es lo que está despojando y empobreciendo la economía global en la actualidad.” La mejor expresión contemporánea de esta realidad es la proliferación de empresas de capital privado que controlan activos de la economía norteamericana valorados en más de US$8 millones de millones.
Son empresas financieras vampiros que toman prestadas enormes cantidades de dinero para comprar empresas muy rentables de servicios o de producción. Luego las empresas de capital privado exprimen todo el valor que puedan para poder devolver el préstamo, agarrar sus enormes excedentes y deshacerse de la empresa víctima una vez que ya no tenga más valor a exprimir. Este es otro ejemplo de cómo las élites norteamericanas están devorando cada vez más su propia economía nacional, porque tienen cada vez menos acceso privilegiado para poder depredar a su gusto y antojo las naciones del mundo mayoritario. El sometimiento de las economías europeas a los imperativos norteamericanos es otro aspecto del mismo fenómeno, simbolizado por la destrucción de los gasoductos Nord Stream que llevaban el gas ruso a precios favorables que sostenía la producción industrial de Alemania, ahora en crisis.
En términos de la política exterior, esta naturaleza depredadora norteamericana exige e impone alrededor del mundo la diplomacia al estilo gángster “haz lo que decimos o te arrepentirás”. Cuando el presidente George W. Bush explicó en relación a su guerra de agresión contra Irak, “o están con nosotros o en contra de nosotros”, estuvo enunciando esa misma fórmula mafiosa en que se basa la permanente agresión norteamericana contra el mundo mayoritario. Durante doscientos años, en América Latina y el Caribe, la versión de este sistema de crimen organizado de alto vuelo ha sido la Doctrina Monroe. En cambio, la política exterior de la República Popular China insiste en el desarrollo de un futuro de destino común para las naciones del mundo basado en el respeto, la igualdad y la cooperación de beneficio mutuo.
Vale la pena recordar que el título de la declaración de la Cumbre BRICS+ el pasado año en Rusia fue “A fortalecer el multilateralismo para un desarrollo y seguridad global equitativo”. El punto en aquella cumbre del grupo BRICS+ más destacado por los medios de comunicación fue la propuesta incorporación como países socios de trece países, siendo ellos: Argelia, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Indonesia, Kazajistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Turquía, Uganda, Uzbekistán y Vietnam. Pero quizás todavía más importante fue la orientación holística de la declaración de más de 130 puntos señalando la compleja seriedad de la visión del grupo BRICS sobre la reestructuración y re-alineamiento de la economía mundial y de las relaciones comerciales y financieras internacionales.
Se trata de un profundo y amplio rechazo de un sistema internacional donde las iniciativas del mundo mayoritario se bloquean constantemente por los países occidentales en todo el sistema de la Organización de las Naciones Unidas. En el Consejo de Seguridad de la ONU, los Estados Unidos norteamericanos y sus aliados avalan el genocidio del pueblo palestino y los demás innumerables crímenes del régimen sionista de Israel. Ignoran todas las votaciones de la Asamblea General para levantar el genocida bloqueo de Cuba. Imponen su inmerecido veto de manera persistente en instancias como la Organización Mundial de Comercio, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, o en las cumbres de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, entre otras. También han efectuado el secuestro político total del sistema internacional de los derechos humanos, lo cual explotan para atacar pueblos enteros con el fin de poder lograr sus llamados cambios de régimen.
Un aspecto central del roto sistema de las relaciones internacionales basado en las instituciones de la ONU, ha sido precisamente la defensa truculenta de parte de las élites gobernantes occidentales de su fracasado sistema de un nocional libre mercado impulsado por el capitalismo financiero, controlado por ellas. En cambio, la visión de la Declaración de Kazán reconoce la centralidad para una economía global sana y próspera de un holístico desarrollo humano que comprende todos los aspectos de la vida nacional de los países miembros, enfocado en la persona humana y no en la implacable búsqueda de ganancias a cualquier costo que persigue el capitalismo occidental. La visión presentada en la Declaración de Kazán es fundamental en las iniciativas de integración como la Ruta y Franja de China, la Unión Económica Eurasiática y la Organización de Cooperación de Shanghai o, en América Latina, la Alianza Bolivariana de los pueblos de nuestra América.
En cambio, la visión norteamericana que domina las economías de los países occidentales y sus aliados prioriza la falsa dogma de un ficticio libre mercado auto-regulado que sencillamente no existe. Es un sistema sesgado para beneficiar a las élites occidentales quienes deliberadamente promueven fenómenos insostenibles como los altos niveles de endeudamiento en sus propias economías nacionales y también a nivel internacional o, en sus propios países, la inflación en los valores de los activos muy por encima de la capacidad productiva de sus economías. Este sistema ha llevado las economías occidentales a una calle sin salida para poder sostener su competitividad.
En el caso de la Unión Europea, está en crisis por motivo de la auto-destrucción de su economía por motivo de su apoyo sin reservas a la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania. Ahora, sus élites gobernantes argumentan que se requiere una masiva inversión en la economía europea a la vez que se asimila todavía más al modelo económico norteamericano neoliberal. La receta es una de mayor austeridad para las mayorías, más represión de los niveles de vida, mayor gasto militar y mayores beneficios para el sector empresarial. Todo el complejo desafío de cómo adaptar sus economías a las nuevas realidades económicas globales se reduce a las formulas delirantes del neoliberalismo zombi y la desesperada defensa de sus intereses por medio de la agresión militar.
Aparte de los países del ALBA, para la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, esta realidad presenta una serie de dilemas. Sus pueblos se encuentran atrapados en el evidente fracaso del modelo económico neoliberal como respuesta a sus aspiraciones y necesidades y la sumisión de sus élites gobernantes a las exigencias agresivas norteamericanas. Su futuro desarrollo humano y su estabilidad socioeconómica dependen de su apertura a las nuevos horizontes comerciales y fuentes de inversión presentados de parte de la República Popular China. Durante las visitas del año pasado del Presidente Xi Jinping a Perú y Brasil para participar en las cumbres de la APEC y del G-20 respectivamente se destacó este dilema de la mayoría de los países de la región, de cómo van a poder reconciliar la oposición norteamericana a la influencia china con la imperativa necesidad que tiene la oferta china para sus economías.
Este año en América Latina habrán elecciones nacionales en Ecuador, Surinam, Bolivia, Honduras y Chile, con elecciones legislativas en Argentina, elecciones regionales y locales en Uruguay y Venezuela, las primeras elecciones judiciales en México y elecciones parlamentarias en Belice, Jamaica, San Vicente y las Granadinas y en Trinidad y Tobago. Mientras la configuración política en la región podría variar por un lado o por otro, los desafíos subyacentes permanecen. Al final, no se trata solamente de un contraste unidimensional entre la influencia China versus el dominio norteamericano. Porque en juego es la capacidad de los países latinoamericanos y caribeños de llegar a su pleno potencial como actores en las cadenas globales de valor y las futuras redes globales de la producción.
Mientras China abre esas alentadoras perspectivas para los países del mundo basado en relaciones de igualdad y respeto, las élites norteamericanas, con su acostumbrada arrogancia y avaricia, quieren controlarlas y limitarlas. De hecho, a mediano y largo plazo, las élites norteamericanas ya han perdido la batalla para mantener absolutamente sumisos aun a sus fieles aliados en América Latina y el Caribe cómo Perú y Ecuador. Poco a poco prácticamente todos los países de la región siguen desarrollando relaciones positivas con la República Popular
China. Aún el siniestro bufón fascista Javier Milei, presidente de Argentina, ha tenido que reconocer la importancia de China para la estabilidad económica de su país, víctima por excelencia del vampirismo norteamericano.
Desde 2014, más de veinte países de la región se han integrado a la Iniciativa de la Franja y Ruta de la República Popular China y casi todos los países de la región participan en los Foros entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Por motivo de su modalidad inclusiva, los Foros China CELAC promueven muchas ventajas para la región. Entre ellos son más eficientes transacciones comerciales, mejor coordinación en temas financieras, mayores opciones para la protección del medio ambiente y la biodiversidad, mayores posibilidades de cooperación sanitaria, y de cooperación en temas de la seguridad regional, entre otros. El Foro China CELAC y sus subforos han evolucionado en un espacio de tremenda importancia para fortalecer el desarrollo económico de la región y conectar sus gobiernos y pueblos a los procesos de la democratización en camino hacia un mundo multicéntrico y multipolar. Nuestro Presidente Comandante Daniel ha explicado de la manera más clara el por qué de esta realidad:
“En este Mundo que está ardiendo, la República Popular China, con el Presidente Xi Jinping, levanta con toda firmeza la Bandera de la Paz, y donde llegan los Hermanos de la República Popular China, llegan con la Bandera de la Paz. No llegan a promover guerras, no llegan a arrebatar riquezas, a arrebatar tierras, llegan a promover el Desarrollo a los Pueblos de África, de Asia, de América Latina… llevando Proyectos para el Bienestar de los Pueblos Latinoamericanos y Caribeños. Eso muestra un Corazón donde hay Respeto, un Corazón donde hay Amor, un Corazón que aún con todos los ataques que se lanzan en contra de la República Popular China, las calumnias, las amenazas, el Pueblo chino, sus Dirigentes, son un Pueblo y unos Dirigentes con una gran Sabiduría y no se dejan provocar, y siguen haciendo lo que tienen que hacer, aun cuando los estén amenazando.”