Quedarse embarazada después de los 40 años puede conllevar una serie de riesgos para la salud tanto de la madre como del bebé. Las mujeres en esta franja de edad tienen un mayor riesgo de desarrollar complicaciones como diabetes gestacional, hipertensión y preeclampsia.
Además, la calidad de los óvulos disminuye con la edad, lo que aumenta la probabilidad de anomalías genéticas, como el síndrome de Down. Los nacimientos prematuros y los bebés con bajo peso al nacer son más comunes en estos casos.
El riesgo de abortos espontáneos también aumenta considerablemente a partir de los 40 años, y las complicaciones durante el parto, como la necesidad de cesárea, son más frecuentes.
La recuperación posparto puede ser más lenta debido a factores relacionados con la edad, y las mujeres de esta edad pueden presentar problemas de salud preexistentes que compliquen aún más el embarazo. Es fundamental que las mujeres que planean un embarazo en esta etapa de la vida reciban atención médica especializada.
Para garantizar un embarazo saludable, es esencial que las mujeres mayores de 40 años consulten con su médico y sigan una atención prenatal rigurosa. El acompañamiento adecuado y la preparación son claves para minimizar los riesgos y asegurar un proceso lo más saludable posible para madre e hijo.