Debido a la voracidad del siniestro los enseres de doña María y sus inquilinos fueron destruidos en su mayor parte, mientras que 30 bomberos trabajaron arduamente para evitar que las llamas alcanzaran las casas vecinas.
Al momento del siniestro, agentes policiales se presentaron al lugar para evitar que personas inescrupulosas robaran bienes de los afectados, y luego se sumaron al proceso de investigación del origen del incendio.