
Decenas de visitantes se aglomeraban en torno al animal de 12 metros (40 pies) de largo, observándolo, examinándolo y por supuesto, tomándose fotos a su lado.
“Hay que tenerle respeto a estas criaturas tan inteligentes, tan maravillosas”, comentó Cynthia Stern, de Santa Monica, quien colocó una flor al lado del cadáver e intentó colocarle encima remedios homeopáticos.
Añadió: “Sentí esa energía positiva incluso antes de llegar a la playa. Aunque es un animal muerto, emana una energía positiva, y todos los que vinieron se verán bendecidos”.
La ballena tiene la lengua tan negra e inflada que se le sale de la boca. Aún le cuelgan trozos de algas, y su piel otrora negra y blanca se ha tornado color crema al tiempo que la grasa se hace más visible.