Las autoridades japonesas emitieron un aviso de tsunami este domingo después que un sismo de magnitud 6.7 sacudiera con fuerza la región del Pacífico norte, generando preocupación entre los habitantes de las zonas costeras que fueron instados a abandonar sus hogares y buscar refugio en zonas altas.

El fuerte temblor se produjo alrededor de las 17:03 (hora local) en aguas cercanas a Iwate, desencadenando de inmediato los protocolos de emergencia en toda la región. La situación es particularmente preocupante porque, según advirtió la Agencia Meteorológica de Japón (JMA), «es posible que ocurran varios tsunamis y que su altura aumente repentinamente», lo que representa un riesgo significativo para las poblaciones costeras.
Ante la inminente amenaza, las autoridades instaron «a los residentes de las zonas costeras a evacuar de inmediato a terrenos elevados», siguiendo los protocolos establecidos para este tipo de emergencias. Los sistemas de alerta temprana, altamente desarrollados en Japón, fueron activados minutos después del sismo para dar tiempo suficiente a la población de ponerse a salvo.
Un país adaptado a la actividad sísmica
Esta no es una situación nueva para los japoneses. Japón se ubica sobre el denominado Anillo de Fuego, una de las regiones con mayor actividad sísmica del planeta y experimenta terremotos con frecuencia. Por tanto, sus estructuras están diseñadas específicamente para resistir los movimientos telúricos.
La preparación del país nipón ante los desastres naturales es reconocida mundialmente, con edificios antisísmicos, simulacros regulares y un sistema de alerta temprana que ha salvado innumerables vidas en el pasado. Sin embargo, cada nuevo evento sísmico significativo pone a prueba estos sistemas y recuerda la vulnerabilidad inherente a vivir en una de las zonas geológicamente más activas del planeta.