El niño José Ibarra, de 11 años, perdió sus 8 dientes delanteros, se partió la lengua en dos y terminó con su labio inferior roto tras sufrir un accidente de bicicleta hace un año.
Ese día el menor iba de pasajero a bordo de un velocipedo que conducía un amigo de su colegio; bajando rápido una cuesta de 3 metros frenaron de manera brusca e incorrecta.
José metió los pies y terminó dando tres vueltas junto a la bicicleta con tal mala suerte que terminó impactando el suelo con su boca, declaró su progenitora Elizabeth Ibarra.
José quedó irreconocible, como ai fuese un “monstruo”, narró su mamá, quien lo llegó a recoger al Hospital Manolo Morales de Managua, a donde fue trasladado en una ambulancia junto a su amigo.
Una historia traumática que terminó con una sonrisa feliz, gracias a las atenciones que ofrece la Facultad de Odontología de la Universidad Americana (UAM).
Apoyo de la Facultad de Odontología
Días después de que José inició su recuperación en casa y ante la depresión que sufría, a doña Elizabeth buscó ayuda especializada.
“Después del accidente, José no hablaba con nadie, no comía, lloraba bastante y no quería ir a la escuela porque sus compañeros de clases se reían y no querían relacionarse con él”, asegura.
Mediante una carta, que hizo llegar a UAM, doña Elizabeth explicó la situación por la que ella y su hijo atravesaban y poco tiempo después obtuvo respuesta.
“Para nosotros fue un reto porque recibimos a un paciente con un trauma dental, que al ser un niño requiere de toda la paciencia del mundo para explicarle muy bien cada paso”, explicó la doctora Kathya Figueroa, especialista en Rehabilitación Oral y docente a cargo de las prácticas clínicas de los estudiantes de Odontología de UAM.
Estudiantes UAM en acción
Josseline Centeno y Vernon Narváez, ambos estudiantes del último año de la carrera de Odontología, asumieron el caso de José con todo el amor que él necesitaba.
Lo primero que hicieron fue una revisión general, “ver como estaba el hueso, porque había perdido bastante”, le hicieron fotos para documentar el caso y realizaron impresiones diagnosticas, comentó Josseline.
Por su parte, Vernon detalló que debieron ser muy cuidadosos con el tratamiento pues al ser un niño no podían elaborar una prótesis fija, de hacerlo se “podría alterar el procedimiento natural” del niño.
Por ello se eligió crear una prótesis flexible transitoria, la cual será reemplazada cada cierto tiempo, de manera que se adapte al crecimiento mandíbular del menor.
Madre agradecida
Doña Elizabeth aseguró sentirse muy agradecida por la ayuda que recibió en la Facultad de Odontología de UAM.
“No tengo palabras para agradecer a la doctora Figueroa que siempre estuvo pendiente del caso de mi hijo. Al doctor Félix Palacios Bragg, al doctor Vernon Narváez, a Josseline. Es infinito el agradecimiento y la emoción que siento al recordar cada una de las etapas que pasó él en su accidente, su recuperación y sus dientes. ¡Muchísimas gracias por todo lo que han hecho por nosotros!”, expresó.
De esta manera, un accidente traumático finalizó con una sonrisa feliz.